Historia de la Uva Albariño

Historia

de la uva Albariño

Los gallegos, que desde siempre hemos sido grandes fabuladores, hemos envuelto en un sinfín de mitos y leyendas el origen de la albariño en Rias Baixas. El desarrollo de la ampelografía en los últimos años con la llegada de la huella de ADN, ha desmitificado algunas de las teorías que emparentaban la albariño con la riesling y alguna otra variedad de centro europa, traídas por los distintos peregrinos a través del Camino de Santiago a Compostela y que estas, con el paso de los siglos, habían mutado en la variedad que hoy conocemos.

Hoy en día sabemos que es una variedad autóctona emparentada con la Caíño, cultivada en la Galicia Occidental durante más de 1000 años, y que es aquí, en este terroir de granito y humedad pegado al Atlántico, donde alcanza su máxima expresión.

Si bien su primera etapa de esplendor estuvo ligada al Monasterio de Armenteira (1162), fundado por la Orden del Cister, responsable del inicio y desarrollo del Camino de Santiago, quienes se cree que comenzaron y extendieron el cultivo, con el Monasterio como epicentro, expandiendo este a lo largo y ancho de todo el valle del Salnés, y a quien históricamente, los campesinos pagaron sus diezmos en forma de Albariño, creando así una “diglosia vitivinícola” donde el vino blanco era consumido por el clero y clases dirigentes, y el tinto por el pueblo.

La segunda gran época de la variedad fue a partir de mediados del s. XX, donde a partir de 1953, una serie de terratenientes, juristas e intelectuales del momento crearon un concurso de vinos albariños a través del cual se ponía en valor la variedad y se creaba una marca de prestigio alrededor de ella, juntando así en sus inicios además de los ya famosos organizadores iniciales, Quintanilla, Rodiño, Zarate y Silva, con personalidades de la talla de Ramón Cabanillas, Alvaro Cunqueiro, Castroviejo e incluso un joven Manuel Fraga.

Posteriormente, a mediados de los 80, se crea la Denominación de Origen Rias Baixas, que de algún modo organiza, regula y estandariza la calidad de los vinos en la zona, multiplica las hectáreas de viñedo cultivadas y comienza una promoción de los vinos que abre un mercado nacional e internacional, donde beneficiados por las modas modernas de etiquetado del nuevo mundo, fundamentalmente USA, en las que el nombre de la variedad es prioritario, ha proporcionado una gran popularidad a la variedad Albariño, siendo exportada a numerosos países y cultivada en otros muchos como USA, Australia, Nueva Zelanda, Uruguay, Argentina, etc.

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