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Turismo

en Galicia

Un turismo rico en la búsqueda de sensaciones

Galicia. Tierra ancestral. Una tierra colmada de misterio, de profundas raíces y de afianzadas tradiciones. Lugar apartado, de dura climatología y de difícil acceso. Región dispar, de interior agreste y costas azotadas por el más duro e inclemente Atlántico. Un territorio lleno de contradicciones, donde la dureza de los oficios se contrapone a la amabilidad de las personas que los ejercen, donde la peligrosidad del “mar de fora” se opone al sosiego de los arenales de interior de sus rías, donde la dificultad de entrar a formar parte de las vidas de sus gentes se enfrenta a la casi imposibilidad de dejar de hacerlo. Con una lengua propia impregnada de historia y de la influencia de sus más próximos vecinos y de los múltiples invasores que doblegaron, no sin gran esfuerzo, a las dispersas poblaciones que conformaban Galicia, invasores que buscaban extraer la enorme riqueza natural que montes, valles, piedras, rías y costas albergan.

El turismo en Galicia es, pues, rico en la búsqueda de sensaciones. Quien se allega a Galicia no lo hace por una sola razón, como sucede en otros destinos, sino que busca, y encuentra como en ningún otro lugar del mundo, experiencias muy diversas. Se trata, por tanto, de un turismo complejo que combina el deleite cognitivo con el físico, dando lugar a un disfrute psíquico-físico absoluto. El turismo cultural, que incorpora la historia, la cultura propiamente dicha, la tradición y la religión, en la que merece especial mención el Camino de Santiago, se conjugan a la perfección con el turismo gastronómico y el turismo enológico, en los que Galicia es una de las mayores potencias mundiales por su diversidad y riqueza. Del mismo modo, la cultura está presente también en el turismo artesanal y también en las fiestas y romerías gallegas. Y todos ellos se conjugan con el turismo de descanso, el de playas, termas y balnearios y el turismo activo, donde impera la naturaleza, el deporte y la aventura.

Galicia, la tierra de la morriña de la que algunos se van, otros visitan y a la que todos quieren volver.

Turismo Cultural

Por tierra llegaron a Galicia, en el Neolítico, sus primeros pobladores. Los mismos que dejaron su huella a través de los numerosos dólmenes, llamados mámoas,  y petroglifos, que salpican todo el territorio gallego y que han sobrevivido hasta nuestros días para llevar a sus observadores a un estado de introspección antropológica. Distintas tribus fueron proliferando gracias a la riqueza animal y vegetal, y su cultura fue entremezclándose con otras, dando lugar a los llamados celtíberos, que forman parte de las raíces celtas de los actuales gallegos y cuyo legado es visible en los múltiples castros que acogen a turistas y oriundos, inundando su imaginación de leyendas y forma de vida ya desaparecidas, en la que prevalecía la unión de sus familias, de organización matriarcal, y la existencia de druidas y militares de alto rango. Un pueblo, ya entonces, rudo y severo, pero también alegre, como dejaron constancia posteriores invasores, como fueron los romanos, que decían de ellos que durante el día peleaban y, llegada la noche, se divertían, comían y bebían. Poco ha cambiado Galicia si nos atenemos a esta descripción y si la pelea la entendemos como lucha por la supervivencia y el trabajo duro.

Fueron los romanos los que consiguieron, tras décadas de incursiones bélicas por tierra y por mar y de uno y otro bando, el sometimiento de los pueblos celtas. Fueron también ellos los que introdujeron el latín como lengua vehicular en Galicia, lengua que, con el paso de los años y la situación de semi-aislamiento con respecto al resto de la Península Ibérica provocada por los accidentes geográficos, se convertiría en lengua vernácula, el gallego. Y también fueron ellos los que introdujeron la cultura romana de la mano del derecho romano, su arquitectura, representada por la Torre de Hércules, la Muralla de Lugo el gran número de puentes pertenecientes a las calzadas romanas y varias termas; o las nuevas formas de cultivo, las cuales tanto influyeron en las cepas y uvas autóctonas de Galicia, como el albariño el mencía; y las nuevas tecnologías de aquella época. Pero también trajeron consigo la exportación. Una exportación no conocida hasta entonces, al menos con tal magnitud, propiciada por la demanda del resto del imperio romano, y que constaba principalmente de recursos naturales de la zona, entre los que destaca el oro y, como no, el vino, siendo el más demandado el proveniente de la uva mencía. Pero la demanda del vino no sólo influía en su mayor producción y dedicación de tierras a su cultivo, sino que también influyó, y mucho, en las artes de cultivo utilizadas, cuyo máximo exponente son los bancales del río Sil, y en las variedades de uva introducidas. Galicia exportaba vino e importaba tecnología y variedades. Quién sabe si el albariño, que según ha demostrado la ciencia es uva autóctona, fue capaz de llegar hasta nuestros días gracias a los romanos.

No sabemos si en la actual cultura gallega influyó poco o mucho la entrada en Galicia, en forma de invasión, de los suevos y, posteriormente, de los visigodos. Tampoco si los vaivenes políticos inmediatamente posteriores incidieron demasiado en ella. Pocos son los vestigios supervivientes de aquellas épocas. Lo que sí sabemos es de la especial relevancia que tuvo que, durante el reinado de Alfonso II (entorno al año 800 d.c.) se descubriese el Sepulcro de Santiago. Este hito en la historia gallega desemboca en lo que es hoy una de las mayores peregrinaciones mundiales, la conocida por el Camino de Santiago, tuvo, y tiene, una enorme repercusión en la cultura gallega, pues ésta se abre al mundo, acogiendo viajeros de todos los confines del mundo conocido y atrayendo inversión eclesiástica, la cual, de nuevo, tendrá gran repercusión en la forma de vida del momento y en la cultura que nos ha dejado como legado. También tuvo incidencia por aquella época la continua ofensiva de vikingos en tierras gallegas, ofensivas que llegaban a través de las rías y que, una y otra vez, fueron repelidas, no sin dejar su impronta en la sociedad gallega.

Fue allá por los siglos XI y XII, cuando Galicia tuvo uno de sus mayores auges. Gracias, principalmente, a la especial relevancia eclesiástica que tomó Santiago de Compostela. Fue entonces cuando se construyó la Catedral de Santiago, de obligada visita para cualquier peregrino, obviamente, pero también para cualquier turista, y, paralelamente, muchas otras iglesias románicas desperdigadas por infinidad de rincones gallegos y monasterios y cruceiros que perduran en las cuatro provincias, lo que constituye hoy por hoy un legado cultural de incalculable valor. Y también corresponde a esta época la creación de la Orden Cisterciense, una orden que tuvo especial incidencia en el vino gallego, por sus cuidados, sus investigaciones en viticultura y vinicultura y la propagación de cepas autóctonas.

Siguiendo con los principales hitos culturales gallegos es fundamental nombrar las Cantigas de Amor e Amigo, cuyo trovador más conocido es, fue, Martín Codax, y también las Cantigas de Santa María, encargadas o escritas por Alfonso X el Sabio, uno de los primeros impulsores de la cultura galaico-portuguesa como tal.

La historia continuó, como no podía ser de otra forma, en Galicia, forjando el carácter de sus gentes. La rebelión de los Irmandiños, una revuelta contra la nobleza gallega que acabó con decenas de castillos y sus nobles, es ejemplo de este carácter.  También lo es la defensa de las costas gallegas contra el ataque de las flotas inglesas, con la heroína María Pita como protagonista de la más conocida de las historias relacionadas con estos ataques.

Y es que en la cultura está impresa el carácter de las personas y éste proviene de sus vivencias y su transmisión de generación en generación. Influye la forma de vida, la pesca y la agricultura endurecieron este carácter y a su vez dejaron preciosos puertos pesqueros, característicos hórreos, pequeños pueblos y aldeas de piedra que perviven indemnes. Influye la importancia de la familia, que apuntala sus relaciones, como curiosidad nombramos a la Familia Figueroa y su fundación Ventura Figueroa, reconocida como la más antigua del mundo. Influye la superstición y el paganismo, el Carnaval forma parte inseparable de la cultura gallega, así como la fiesta de las hogueras de San Juan. También la religión tiene especial relevancia, y de ahí el enorme número de cruceiros y diferentes templos dedicados. Y, como no, la educación académica, la Universidad de Santiago fue uno de los centros mundiales más importantes de formación académica.

No se puede llamar turismo si el visitante no se impregna de la cultura de sus gentes.

 

Turismo Rural

Galicia es un territorio muy rural. El paisaje, la forma de vida de sus gentes y una buena parte del desarrollo económico de la Comunidad Autónoma están íntimamente ligados al mismo. Un rural que es diverso y cambiante a lo largo de Galicia, donde encontraremos diferencias, y también similitudes, en las construcciones tradicionales, en el patrimonio etnográfico, en las costumbres, en las actividades y modos de vida de las gentes de cada rincón del rural gallego.

Algunos de los emblemas del rural gallego son ampliamente conocidos y reconocidos por los visitantes de todos los lugares de la península. Como es el caso de los hórreos de Galicia (canastros o cabaceiras), las casas y muros de piedra, los cruceros (cruceiros) o lo petos das ánimas, construcciones todas ellas que son un reflejo del modo de vida tradicional en Galicia, de las costumbres y creencias de sus gentes, y que se han convertido en elementos distintivos del paisaje rural gallego.

Muchas de las actividades tradicionales que todavía perviven asociadas al rural de Galicia son, a día de hoy, motores de la economía de estas zonas y la única posibilidad real para impulsar el desarrollo del rural gallego manteniendo su idiosincrasia. Tal es el caso, por ejemplo en las zonas costeras, de la pesca de bajura con artes tradicionales, el marisqueo a pie, la fabricación de redes por las redeiras y redeiros o la labor de los percebeiros y percebeiras, entre otros muchos ejemplos. Del mismo modo, las actividades más propias de zonas del interior de Galicia como las explotaciones ganaderas y lácteas, la pesca de la lamprea, las producciones hortícolas (de patatas, pimientos, grelos, fabas…), la producción de castañas, mieles, panes, quesos, etc. son un reflejo del desarrollo económico asociado a las actividades tradicionales. Actividades, la mayoría de ellas, asociadas a la industria agroalimentaria, que son generadoras de los productos de calidad de Galicia y, de forma concomitante, de la gastronomía y el turismo gastronómico de Galicia.

Pero el turismo rural en Galicia también está muy asociado a la disponibilidad de alojamientos y casas rurales, a la belleza del paisaje, al entorno natural de montaña y de costa, a la oferta de actividades culturales y al aire libre, a la gastronomía, etc. Y también a las rutas del Camino de Santiago que atraviesan, en la mayoría de su recorrido, diferentes zonas rurales de Galicia.

Es posible encontrar espacios y servicios para practicar el mejor turismo rural en lugares tan destacados como A Costa da Morte, las Rías Baixas, las Rías Altas o la Ribeira Sacra. Pero también en otros muchos lugares no tan conocidos donde los visitantes se sorprenden de la calidad de los servicios y del maravilloso entorno que esconde Galicia en cada rincón. La experiencia de sumergirse en el rural gallego se realiza con todos los sentidos. Es una forma de conocer nuestra cultura, nuestro patrimonio, nuestro clima, nuestra naturaleza, nuestros recursos, nuestra gastronomía, nuestros mitos y leyendas… es una forma de adentrarse en Galicia.

Las posibilidades son numerosas: alojamientos en plena naturaleza con instalaciones de lujo, exclusivos balnearios inmersos en el rural gallego, casas rurales de encanto, experiencias en primera persona para sumergirse en el modo de vida tradicional de las gentes (participar en vendimias o en podas de la vid, en la recolección de las castaña o de almejas con las mariscadoras), practicar deportes al aire libre como el senderismo, la escalada, la bicicleta de montaña, el rafting, el surf… Descubrir labores tradicionales y artesanías como el encaje de bolillos de Camariñas, la elaboración del requeixo de As Neves o del pan de Cea, la labor de las tecedoras y palilleiras de Baio, Manzaneda o de Lourenzá, los oficios de oleiros/as, canteiros/as, ferreiros/as, cesteiros/as, carpinteiros/as, etc.

El turismo rural también es una forma de acercarse a la cultura y folclore de Galicia, a las verbenas de los pueblos y a las fiestas y troulas en las que nunca falta, al menos, un gaiteiro y un grupo de vecinos bailando alguna de las danzas tradicionales de Galicia. Es conocer las tabernas y los furanchos, donde siempre hay pan, comida, vino y muchas ganas de diversión. Es viajar al corazón de una cultura.

Además, el turismo rural en Galicia no está ni mucho menos reñido con el acceso a la modernidad y a las nuevas tecnologías, más bien todo lo contrario, y es que la gran mayoría de casas rurales cuentan con una buena conexión a internet, e incluso videoconsolas y televisiones modernas e inteligentes. Todos los servicios para que pequeños y mayores puedan cumplir sus necesidades de trabajo y entretenimiento. La información accesible también se encuentra en los puntos de información turística, carteles explicativos, rutas señalizadas con carteles o por GPS y en los numerosos centros de interpretación y museos dispersos por todo el rural gallego. Tal es el caso, por ejemplo, del Museo do Viño de Galicia, el Museo do Viño e da Lamprea de Arbo (Arabo), el Parque Arqueológico de Campo Lameiro, el barco-mueso boniteiro “Reina del Carmen” en Burela, el Museo Geológico de Quiroga, la Casa do Mel en As Pontes, el museo de la pesca en el castillo de San Carlos de Fisterra… la lista es muy extensa.

Como se puede ver, el turismo rural en Galicia está muy asociado al turismo cultural, pero también a la gastronomía gallega y sus productos de calidad, a las comarcas vitivinícolas, al turismo activo y al de descanso y, como no, también al Camino de Santiago. El rural gallego, al contrario de lo que a muchos les pueda parecer, es el eje donde se articulan la mayoría de actividades turísticas de Galicia y supone un valor añadido único y exclusivo de este territorio. Un turismo de calidad, alejado de las masificaciones y respetuoso con la cultura y tradiciones de cada lugar.

El rural gallego es un auténtico tesoro digno de conocer, de disfrutar, de apreciar y de proteger.

 

Turismo Gastronómico y Enológico

Galicia no se entiende sin su gastronomía.

Las condiciones geológicas y climatológicas en Galicia son muy dispares, tanto en tierra como en mar, lo que confiere a esta comunidad una enorme diversidad de especies animales y vegetales que llevarse a la mesa.

En lo que al mar se refiere, Galicia es una región bañada directamente por el Océano Atlántico, y también por una parte de él más específica como es el Mar Cantábrico, y se encuentra afectada por la cálida Corriente del Golfo de México, lo que aporta la proliferación de nutrientes base que dan de comer a toda la cadena alimenticia, y además aporta a tierra un clima suave, si se tiene en cuenta la latitud en la que se encuentra (entre el paralelo 42º y 44º). Adicionalmente, las costas gallegas son muy irregulares, contando con las “Rías Altas”, al noroeste, las “Rías Baixas”, al suroeste y la zona de “A Mariña Lucense”, al norte. Si bien la tercera de ellas es una línea de costa más o menos plana, con algunas excepciones, como Cabo Ortegal y Estaca de Bares o la ría de Ortigueira, las dos primeras suponen una costa especialmente irregular, con infinitos recovecos en los que se combinan mares castigados por las enormes olas, donde proliferan los percebes, los sargos, las doradas, las lubinas o robalos, por nombrar algunos pues la serie se acerca al infinito, y lugares de paz continua, como la existente en puertos naturales y en las calas de interior de las rías, lugar de cría de nécoras, centollas, camarones y también donde se colocan las famosas bateas donde se cría el mejillón. Se conjugan en sus costas los arenales, perfectos para la vida del rodaballo, el lenguado o el salmonete; con las zonas de rocas, donde se esconden los congrios, los pulpos encuentran protección y alimento y también los bogavantes, santiaguiños, cigalas y langostas. Peces de San Pedro, también llamados Sanmartiños, pintos, maragotas, xardas, mútiples atúnidos y un sinfín de especies más proliferan atraídos por las magníficas condiciones de vida que aportan la llegada de los incontables ríos de agua dulce a las costas, reduciendo la salinidad del agua y siendo el perfecto caldo de cultivo para bivalvos, como las decenas de especies de almejas, las navajas, las vieiras, los berberechos o las zamburiñas, por citar los más conocidos. Rías, rompientes, mares someros y profundos son el espacio de pesca de profesionales marineros que llevan a la subasta de las lonjas sus capturas, las cuales son adquiridas posteriormente por familias en pescaderías y plazas y, como no, por cocineros profesionales que llevan a sus restaurantes el mejor producto, con recetas sencillas o elaboradas, modernas o de toda la vida. Así es que, con tanta calidad de producto marítimo y tan escaso en otros destinos, muchos restaurantes se especializan en pescados y mariscos, dando lugar a las llamadas marisquerías o “pulpeiras”.

Claro que, como se ha comentado al principio, también en tierra existen enormes diferencias entre unos lugares y otros. Diferencias de clima, pues hay zonas de extremo calor en verano, como puede ser en Ourense que suele marcar récord de temperaturas a nivel nacional en muchas ocasiones durante el verano, o de extremo frío en invierno, como suceden en “A Terra Chá” lucense. Zonas de mucha agua en forma de lluvia, como en Santiago o A Coruña y otras no tanta, como sucede en el interior lucense y orensano más cercano al Bierzo. También el terreno es muy heterogéneo; los hay arenosos, calizos, terrosos, limosos, arcillosos y pedregosos. Es normal, pues que en Galicia se pueda encontrar un magnífico producto hortofrutícola durante todo el año y en función de la temporada del mismo. Así, podemos hablar de las exquisitas lechugas, judías y guisantes; de los grelos, base del caldo gallego; de los pimientos de Padrón, uns pican e outros non; de las patatas gallegas, que tantos platos acompañan; de la castaña, la avellana y las nueces del país, si hablamos de frutos secos; de las olivas, base de un magnífico aceite de oliva que cada vez está siendo más reconocido internacionalmente por su especial sabor y singularidad; manzanos, muy aprovechados para la sidra, guindos y cerezos; y por supuesto uvas, de las que hablaremos en albariño.com más largo y tendido. Todos estos productos vegetales son sólo algunos ejemplos que la enorme calidad que la tierra gallega puede ofrecer al viajero para el disfrute de su paladar.

Y también la unión de una tierra rica en nutrientes, agua y sol aporta pastos. Pastos para la ganadería gallega, que produce leche y carne. Unos pastos de enorme calidad y cantidad, que consiguen que quienes se alimentan de ellos, unido a una explotación ganadera responsable y experta, ofrezcan un producto acabado de excepcional calidad. La carne de ternera gallega no necesita presentación, pues es bien conocida su calidad, y también la de la “vaca vieja” y el buey, de los que se extraen exquisitos cortes, como el solomillo o el chuletón. Y también los quesos, cuyo máximo exponente, por ser el más conocido, está en el queso de tetilla, pero hay de quien pruebe un buen “queixo do país”, “queixo do cebreiro” o tanto y tantos otros a los que nos gustaría citar y que quizá en otros artículos hagamos.

No es de extrañar que, imperando tan alta calidad de producto, en Galicia exista una gran tradición en la cocina. Son muchos los chefs reconocidos mundialmente, sea cual sea este reconocimiento, y muchos más que no lo han sido formalmente, pero que son capaces de deleitar y sorprender con magníficas recetas que hacen disfrutar hasta límites insospechados a viajeros y autóctonos. Es esta tradición en la cocina la que lleva a que sea posible encontrar, en todos los rincones de Galicia, un restaurante que no defraude altas expectativas.

Pensamos en un primer plato de cuchara o uno plagado de diferentes mariscos, en un segundo a elegir entre carne o pescado, acompañado por una generosa guarnición de patatas, con ensalada aparte regada con aceite de oliva gallego y un acompañamiento de pimientos de padrón, un postre de quesos con membrillo y un “café de pota”. Nos faltan las bebidas. Quizá una caña de cerveza propia antes de sentarse, Galicia tiene sus propias marcas, tanto comerciales como cervezas tradicionales, y durante la comida, como ya apuntábamos, vino. Un blanco para acompañar pescados y mariscos, albariño es una magnífica opción, por supuesto, y un tinto para las carnes, quizá un mencía aunque hay otras uvas gallegas. Es una convención típica, pues el albariño bien puede acompañar a la carne o a una espectacular tortilla de patata, y un brancellao puede ir bien con el pescado. Además esto va de gustos, no de convenciones, pero lo que está claro es que un buen vino gallego es la mejor opción para acompañar a los mejores platos de productos gallegos. Y para finalizar un licor. ¿Hierbas, licor café, orujo? En esto Galicia también es una potencia.

Y es que el producto de Galicia es, sencillamente, insuperable, ya que en ningún otro lugar del mundo se dan las favorables condiciones de las que esta región disfruta.

 

Turismo de Descanso

En Galicia, el turismo de descanso está muy asociado a sus grandes zonas rurales y también a la inmejorable oferta de hoteles, resorts, spas, balnearios, talasos, etc. que se encuentran en varios puntos de nuestra geografía.

Las posibilidades de encontrar en Galicia lugares alejados de las grandes masificaciones, tanto en la costa como en el interior, son muy numerosas. Destinos como A Costa da Morte y la costa cantábrica de Galicia son perfectos para disfrutar de un buen descanso durante todo el año. En los numerosos pueblos costeros del norte de Galicia sentirás que te alejas de todo, que conectas con el modo de vida tranquilo de sus gentes y con la frescura del mar que siempre está bien presente en estos lugares. Pero también en muchos enclaves de las Rías Baixas encontrarás lugares para el descanso y la tranquilidad. Fuera de la época estival, localidades como Baiona o Sanxenxo se convierten en villas tranquilas, sin más alteración que la del día a día de sus habitantes, y sin perder sus inmejorables servicios, sus playas y su entorno de belleza espectacular. Hay mil rincones en la costa gallega, desde A Guarda hasta Ribadeo, que te sorprenderán por parecer aislados de todo, casi salvajes. Lugares en los que experimentarás un mar de sensaciones. Donde el silencio abre paso a nuevos sonidos (el viento, las olas, el mecer de los pinos…), al olor a mar, el ambiente fresco y la salitre.

¿Y qué decir del interior de Galicia? Pocos destinos de toda la península ibérica concentran una mayor cantidad de zonas rurales y bosques. Lugares en los que perderse es un placer y a los que jamás ha llegado el mundanal ruido. Lugares en los que adentrarse y no hallar rastro de civilización y, de encontrarlo, será el de gentes amables que viven al ritmo de la naturaleza, sin prisa, sin estrés. Desde luego que zambullirse una temporada en la Galicia más profunda es una experiencia que supera a las mejores de las terapias antiestrés. Pasear al abrigo de los bosques centenarios de la Ribeira Sacra o el Courel, escuchar el fluir del agua desde las innumerables sendas fluviales de Galicia o disfrutar de vistas a un mar verde de montañas desde los muchos miradores salpicados por toda la geografía gallega, son experiencias que serenan el espíritu y nos llenan de sensaciones positivas. Experiencias para desconectar y recargar las pilas antes de volver a la rutina de nuestro actual ritmo de vida.

Galicia es el principal destino termal de toda España, y cuenta con más de 300 manantiales de aguas minerales y termales, un hecho que la convierte en uno de los territorios con mayor riqueza de estas aguas de toda Europa. El termalismo en Galicia es de gran calidad. Podemos presumir de tener una oferta termal amplia y de primera categoría que permite hacer un uso terapéutico de las aguas mineromedicinales, asesorado por profesionales médicos y sanitarios, en algunos de los mejores balnearios de toda la península. Mondariz-Balneario es quizás uno de los enclaves del turismo termal más antiguos de España y, a día de hoy, es uno de los balnearios más visitados de de Galicia por la calidad de sus aguas, sus servicios e instalaciones. También Caldas de Reis cuenta con varios balnearios especializados en servicios terapéuticos y para la relajación desde hace décadas. Hay balnearios equipados con las instalaciones más modernas en el entorno de la ciudad de Ourense, en Lalín, en Arnoia, en Lugo, en Lobios, en Cortegada… Lo cierto es que son muchos los destinos termales en Galicia y no podríamos enumerarlos todos aquí. El que sí cabe mencionar, por su importancia a nivel nacional es la isla de A Toxa, que destaca por concentrar el mayor número de instalaciones para el uso y disfrute de las aguas termales, tanto en balneario como en talaso.

Pero el aprovechamiento de las aguas termales no se restringe únicamente a finalidades terapéuticas. En Galicia tenemos muchos enclaves del turismo termal donde encontrarás piscinas naturales al aire libre, tanto públicas como privadas, también llamadas “termas” o “pozas”, perfectas para disfrutar de un relajante baño caliente en plena naturaleza. Lugares que nos invitan a relajarnos, a disfrutar del agua y del entorno de un modo diferente y apacible.

Al igual que los balnearios, los talasos de Galicia ofrecen instalaciones para la relajación, así como tratamientos terapéuticos y estéticos de la mano de los mejores profesionales pero, en este caso, se emplean las propiedades del agua de mar y las algas. Baiona, Sanxenxo y la Illa da Toxa cuentan con algunos de los talasos más visitados y que más gustan a clientes de todo el mundo. Disponen de instalaciones y servicios de lujo y a medida para sus clientes. Todo para que no te tengas que preocupar de nada, simplemente relajarte y disfrutar de las magníficas aguas de Galicia.

Y eso no es todo, los spas de Galicia son perfectos para relajarse y disfrutar del incomparable entorno del mar y la montaña. Muchos de ellos se encuentran en hoteles que brindan a sus clientes las mejores instalaciones, el mejor servicio y el trato amable que tanto caracteriza a las gentes de Galicia.

Si buscas alejarte del estrés, del continuo movimiento de coches, del ruido y de las masificaciones, en Galicia encontrarás lo que buscas. Aquí sobran los lugares silenciosos, donde no se escucha más que el sonido de la naturaleza. Lugares que ofrecen instalaciones ideadas con la finalidad de liberar tensiones del cuerpo a través de las propiedades del agua. Lugares cuya simple vista transmite paz y tranquilidad.

En Galicia hay mil lugares que son un remanso de paz y un auténtico regalo para todos los sentidos.

 

Turismo Activo

Las posibilidades de practicar deportes al aire libre en Galicia son infinitas. Aquí tenemos todo lo necesario para disfrutar de experiencias únicas: desde las más extremas y aptas solo para osados y valientes, hasta actividades en familia, con los más pequeños y en contacto con la naturaleza más pura. Hay para todos los gustos y necesidades. Galicia ofrece una increíble variedad de paisajes, elementos naturales y geográficos perfectos para practicar todo tipo de deportes náuticos (tanto en el mar como en el río), senderismo, barranquismo, bicicleta de montaña, parapente… ¡las posibilidades son infinitas!

Las Rías Baixas y Altas ofrecen las condiciones de oleaje y viento perfectas para la práctica de deportes náuticos. En las localidades costeras como Sanxenxo, Baiona, Vilagarcía de Arousa, A Coruña, Vigo… en prácticamente todas hay escuelas y centros especializados en deportes en el mar, así como empresas para el alquiler de equipos e instrucción en este tipo de actividades.

El entorno del Parque Nacional de las Islas Atlánticas es un auténtico paraíso del submarinismo. El paisaje submarino de las Islas Cíes o la Illa de Ons está lleno de colores, de bosques de algas y una diversidad de peces, crustáceos, moluscos, equinodermos, etc. como pocas hay en el mundo.

Pero si eres de los que prefieren disfrutar del mar sobre la superficie, en Galicia encontrarás lo que buscas: tanto si quieres una buena descarga de adrenalina a toda velocidad en una moto acuática, esquiar las olas practicando esquí acuático, “sobrevolarlas” en flyboard o parasailing… y si lo que te va es disfrutar del viento desde el mar, las posibilidades de practicar kitesurf o windsurf son también numerosas.

Una de las atracciones preferidas del verano, y apta para prácticamente todos los públicos, son los grandes hinchables (también conocidos como “donuts” y “banana”) que, remolcados por una embarcación, surcan las aguas haciendo las delicias de quienes los montan. Es una actividad de lo más refrescante y una forma diferente de disfrutar de un día de playa. De lo que no hay duda es que, bote a bote, la diversión de todos, grandes y pequeños, está más que asegurada. Y es que no hay nada mejor que el abrigo de las rías gallegas para practicar deportes acuáticos en familia de forma segura.

Muchas playas de Galicia son visitadas por surfistas de toda la península por sus buenas olas y por la especial atracción de practicar el deporte favorito en un entorno de arenas blancas y aguas cristalinas. Lugares como la playa de A Lanzada en O Grove o la playa de Patos en Nigrán son auténticos centros del surf y del paddle surf en Galicia. Y también las playas en mar abierto, donde las olas tienen más fuerza y altura, son frecuentadas por los surfistas más expertos de todos los rincones del mundo.

En la costa gallega son muy comunes deportes con embarcaciones como los barcos de vela ligeros, el piragüismo o el kayak. Deportes, estos últimos, que no solo se practican en el mar, sino también en los ríos. En las proximidades de la desembocadura del Miño, en los Cañones del Sil, en los numerosos embalses de toda la comunidad y en otros remansos amplios de nuestros ríos se encuentran las condiciones perfectas para navegar de forma individual, en parejas o en grupos. Y no solo eso, en las zonas más montañosas, los mismos ríos forman rápidos que hacen las delicias de los aficionados al rafting, y forman cascadas de vértigo donde los más osados practican el barranquismo más extremo. También los ríos han obligado a construir numerosos puentes desde los que se realiza puenting de forma habitual.

Las montañas y valles de Galicia regalan espacios increíbles y perfectamente habilitados para practicar senderismo y montañismo. Tanto para disfrutar de un agradable paseo en familia por los enclaves naturales de Galicia, como para sumergirse de lleno en la naturaleza más salvaje en alguno de los seis Parques Naturales de Galicia. Incluso encontrarás lugares en los que montar a caballo es casi más habitual que cualquier otro medio de transporte. Las montañas gallegas también albergan maravillosas cuevas naturales donde se practica la espeleología, especialmente en el Parque Natural Serra da Enciña da Lastra, donde se encuentra la cueva Cornatel, una de las más famosas y de la que más disfrutan los espeleólogos. También la cueva Arcoia, ubicada en el Geoparque Mundial de la Unesco Montañas do Courel, es otra de las más interesantes de Galicia.

¿Imaginas disfrutar de los espectaculares paisajes de mar y montaña de Galicia a vista de pájaro? Pues esto es más que posible en las múltiples actividades de parapente y ala delta que encontrarás en toda la comunidad gallega. Incluso hay opciones de paseos en globo, una opción de lo más romántica para acercarse al ensoñador paisaje gallego.

Galicia es también un paraíso para los ciclistas, tanto de carretera como de montaña. Las montañas, los valles y los paisajes gallegos hacen las delicias de los aficionados a la bici de carretera, y es que, además, la comunidad acoge desde hace varios años algunas de las etapas de la Vuelta Ciclista a España. También la bicicleta de montaña encuentra un lugar destacado en Galicia. Aquí son numerosos los centros de BTT y lugares acondicionados para la práctica de mountain bike en todas sus modalidades (cross country, enduro, descenso…). Uno de los mejores bike parks de España se encuentra en la Estación de Montaña de Cabeza de Manzaneda, que cuenta con instalaciones especializadas, servicios de alojamiento y restauración, así como una amplia oferta de actividades más allá del mountain bike. En invierno, esta estación se convierte en el centro de los deportes de invierno de Galicia, y acoge a miles de aficionados al esquí y al snowboard. Además, la estación cuenta con un moderno sistema de innivación que permite aumentar el disfrute de los aficionados en los años de menos nieve.

En las ciudades y villas gallegas, la práctica de deportes urbanos está muy extendida . Muchas de ellas cuentan con varios espacios y skateparks acondicionados para la práctica de BMX, patinaje y skateboard. La ciudad de Vigo acoge cada año el Festival de O Marisquiño, uno de los eventos del deporte y la cultura urbana más importantes a escala internacional.

También para los amantes de la conducción karting, en Galicia encontrarán estupendas pistas de karts, con opciones indoor y outdoor para disfrutar en cualquier condición meteorológica.

Para los que buscan experiencias nuevas en contacto con el rural gallego, hay múltiples opciones que ofrecen diversas empresas especializadas: packs de aventura para dar un paseo en quad, practicar paintball, tiro con arco, minigolf, mountain boarding… Las posibilidades son numerosas y aptas para todas las necesidades, así que ¡el límite solo lo pones tú! Algunas de estas ofertas son auténticas experiencias en plena naturaleza, perfectas para disfrutar con amigos, y que pueden durar un fin de semana entero, o más días si así se desea, con todos los servicios de alojamiento, desayuno, transporte al lugar de la actividad, etc. incluidos. Una opción sencilla y económica para disfrutar del mejor turismo activo en pleno rural gallego.

Si buscas mantenerte activo o activa en la naturaleza, Galicia es tu destino.

 

Turismo Artesanal

El valor cultural, histórico y artístico de la artesanía de Galicia es incalculable. Tenemos el privilegio de conservar muchos oficios antiguos que se originaron hace siglos y también de fomentar el crecimiento de nuevas especialidades que enriquecen el valor de los productos hechos a mano en Galicia.

La Asociación Galega de Artesáns (AGA) crea en los años 90 del pasado siglo las marca Artesanía de Galicia con la finalidad de promocionar y proteger sus productos bajo un distintivo común. En el año 2000, la Xunta de Galicia adopta el modelo y lo convierte en una marca oficial con un reglamento propio. Así, los oficios, talleres (u obradoiros en gallego) y productos artesanos de Galicia cuentan con un distintivo que certifica su método de elaboración manual, de acuerdo a la tradición gallega, y con materias primas también tradicionales. De este modo se protegen los oficios tradicionales y se garantiza al consumidor que adquiere un producto 100% artesano y producido en Galicia, evitando posibles fraudes.

Los oficios artesanos gallegos son numerosos y se trabaja una amplia variedad de materias primas: desde la madera de nuestros bosques a las fibras vegetales como el lino, el mimbre o el algodón, metales como la plata, el barro y la cerámica, la piedra o el vidrio, entre otros muchos materiales. Los conocimientos, o bienes inmateriales, de la mayoría de oficios tradicionales se pasaban de padres a hijos, de generación en generación, constituyendo unidades familiares dedicadas a un oficio concreto y conocidos por los vecinos como “los canteiros” o “los pedreiros”, “los ferreiros”, “los cesteiros”, “los redeiros”, etc.

Los oficios tradicionales están estrechamente ligados al modo de vida tradicional de Galicia. Un ejemplo de ello es el oficio de las redeiras y redeiros, que confeccionan y arreglan a mano las redes para la pesca; o los cesteiros y cesteiras, que desde tiempos remotos crean cestos de mimbre de todos los tamaños y formas que se empleaban en toda actividad agrícola y pesquera y también para el comercio; los artesanos del barro y de la cerámica (oleiros en gallego) fabrican todo tipo de recipientes para uso doméstico y de almacenamiento y transporte de mercancías; los canteiros trabajan la piedra que se emplea en todo tipo de construcciones (casas, muros, hórreos, iglesias, etc.) y también en monumentos religiosos y culturales; los artesanos de la cerería fabrican las velas y cirios que impregnan los lugares de culto religioso de Galicia; los arreglos florales, de una delicadeza y complejidad excelente, son un oficio que solo unos y unas pocas saben realizar y que se encargan para engalanar actos solemnes y de gran importancia cultural como bodas y comuniones; los plateros y plateras, azabacheros y azabacheras son el máximo exponente de la joyería de Galicia y trabajan diseños propios y exclusivos en plata y azabache respectivamente. Tanto es así que el máximo exponente de este oficio se encuentra en la capital gallega, en la Plaza de la Azabachería de Santiago de Compostela, y que es un reflejo de la riqueza y progreso que trajo consigo el culto al apóstol y el peregrinaje en los siglos pasados.

Además de los antiguos oficios que continúan vivos en Galicia, fieles a su pasado pero incorporando ideas novedosas para adaptar las artesanías al tiempo actual, también han surgido numerosas artesanías contemporáneas que trabajan en gran diversidad de actividades de creación artística y espectáculos contribuyendo a la creación de nuevos trabajos y al crecimiento y expansión de la cultura gallega.

Hablando de antiguos oficios, son bien conocidos los encajes de bolillos, delicados y elegantes, que tejen las palilleiras gallegas, y más famoso aún es el encaje de Camariñas (encaixe de Camariñas en galego), una tradición que data del siglo XV y que se ha convertido en un símbolo de identidad de este pueblo de la Costa da Morte. Otros oficios antiguos, como el de los toneleiros que fabricaban toneles, cubas o pipas para almacenar el vino, ya están prácticamente desaparecidos, aunque sus obras de arte todavía son utilizadas por los viticultores y elaboradores de vino en numerosas bodegas de Galicia.

Los afiladores (afiadores) y paragüeros de la provincia de Ourense crearon un lenguaje específico para comunicarse entre los artesanos del gremio (una jerga o argot propio), denominado barallete, con más de 900 palabras para que nadie más les entendiera. Pero lo cierto es que este lenguaje peculiar también se extendía a otros gremios, como al de canteros, tejeros y cesteros que contaban con un argot similar.

Si hablamos de música, existen en Galicia multitud de talleres artesanos especializados en la fabricación de instrumentos musicales del folclore gallego, tales como gaitas, panderetas, panderos, tambores, etc. Oficios, todos ellos, que se han ganado un reconocido prestigio y que han evolucionado notablemente en las últimas décadas. Así por ejemplo, la fabricación de la pandereta gallega tiene su origen en el antiguo oficio de los peneireiros: artesanos especializados en la creación de cedazos y tamices, o peneiros en gallego, que se empleaban para separar la harina recién molida. Una actividad directamente ligada al cultivo de cereales como el trigo o el centeno en Galicia, a su molienda en los molinos de piedra y a la elaboración del pan gallego, que goza de una figura de protección geográfica: la IGP Pan Galego.

Y es que los alimentos gallegos de elaboración manual y tradicional son numerosos, y por ello son también obras de artesanía. Desde el mes de agosto de 2020 el calificativo Artesanía Alimentaria de Galicia identifica los productos agrarios y pesqueros que se elaboran de manera tradicional y manual, proporcionando así una garantía al consumidor y contribuyendo al reconocimiento y protección de sus productores. Los productos alimentarios artesanos de Galicia son muy diversos (quesos, pescados, mariscos, carnes y embutidos, vinos, licores y aguardientes, mieles, panes, aceites de oliva…). Algunos de ellos cuentan además con denominaciones geográficas específicas (IGPs y DOPs) que avalan la tipicidad de una zona concreta (con prácticas culturales locales y productos autóctonos) como la citada IGP Pan Galego, algunos quesos, las castañas, patatas, grelos, pimientos, vinos, aguardientes, miel, carne de ternera gallega, el capón de Villalba, el lacón… La lista es muy extensa porque, si algo hay en Galicia, son alimentos de tradición y de calidad.

Las artesanías de Galicia reflejan cómo la tradición, la cultura y la modernidad se dan la mano en nuestro territorio.

 

Fiestas gallegas

Las fiestas y romerías de Galicia son tan numerosas como singulares. A todos los gallegos y gallegas nos gusta celebrar una buena ocasión rodeados de familiares y amigos, acompañados de bailes y música tradicional y, ante todo, de buena comida y buen vino. Y es que en Galicia hay mucho que celebrar: desde nuestra gastronomía y productos típicos a nuestra cultura y nuestras tradiciones, que son amplias, genuinas y de gran arraigo.

El día grande en toda Galicia es el 25 de julio, el Día de Galicia y también el de la Festividad de Santiago Apóstol que alcanza su punto álgido en la capital gallega. Las celebraciones en torno al Apóstol Santiago y a la Catedral son de las más destacadas de Galicia a nivel histórico, religioso, cultural y tradicional, y por ello ha sido declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional.

No hay un rincón de Galicia en el que no tenga lugar alguna feria o fiesta gastronómica a lo largo del año en la que se ponga el valor los productos típicos de cada localidad. Algunas de ellas son tan reconocidas como la Festa do Polvo (pulpo) en Carballiño (Ourense) y la de Mugardos (Coruña), la Festa do Percebe de Corme, la Festa do Pemento de Herbón (o de Padrón), la Feira do Bonito de Burela, la Festa do cocido de Lalín, la Feira do Queixo do Cebreiro, la Festa da Langosta de A Guarda, la Feira do Xamón de A Cañiza… es imposible enumerar la cantidad de ferias gastronómicas gallegas porque hay cientos, o quizás miles, de ellas. De lo que no cabe duda es que en todas y cada una de ellas se sirven productos típicos, elaborados de manera tradicional y a precios populares. También es seguro que son la ocasión perfecta para disfrutar de un día empapado de tradición gallega, de nuestro folclore, nuestros bailes y música, así como de la alegría y costumbres de nuestras gentes.

En ninguna fiesta gastronómica falta el buen vino gallego, pero es que además en todo el territorio encontraremos magníficas fiestas y ferias del vino. Algunas de las más conocidas son la Feira do Viño de Amandi, la Feria do Viño do Ribeiro, la Feira do Viño do Rosal, la Feira do Viño do Condado… en cada una de las zonas de producción de uva de Galicia encontraremos una o varias fiestas en honor a los vinos que allí se elaboran. La que no puede faltar en ninguna lista es, sin lugar a dudas, la Fiesta del Albariño que tiene lugar cada verano en la villa marinera de Cambados, considerada cuna mundial del Albariño. Tal es el éxito que esta celebración lleva cosechando desde hace más de 60 años que, en 2018, fue declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional. Su espectacular calendario y la singularidad de esta fiesta tan especial atrae cada año a cientos de miles de visitantes.

Además de los espectaculares productos del mar y de la tierra, en Galicia también se celebran hermosas las tradiciones y costumbres como las hogueras de San Juan, el magosto, el Samaín o el carnaval. Las celebraciones del entroido (carnaval) en Galicia son de las más antiguas del mundo y de las más destacadas de la península. Merecen especial mención el Entroido de Cobres, el Entroido de Vilariño de Conso y, como no, los famosos Entroido de Verín, Entroido de Laza y Entroido de Xinzo de Limia. Destacan las figuras de los peliqueiros, o piliqueiros, del Carnaval de Laza, muy similares a los cigarrones del carnaval de Verín y a las pantallas del Carnaval de Xinzo. En los tres casos, estos personajes característicos del entroido de estas villas ourensanas recorren las calles ataviados con trajes tradicionales y las famosas caretas de madera pintada, o pantallas, imponiendo su “ley” entre los vecinos y visitantes, conformando uno de los espectáculos más llamativos y de mayor arraigo histórico de las festividades gallegas. El carnaval de Xinzo de Limia es el más largo de toda Europa y ha sido declarado Fiesta de Interés Turístico Internacional.

Las fiestas históricas gallegas conmemoran algunos de los eventos más relevantes de nuestro pasado combinando el rigor en las recreaciones históricas con el ambiente festivo y las experiencias de los visitantes. Cualquiera que sea testigo del desembarco vikingo durante la Romería Vikinga de Catoira vivirá una experiencia difícil de olvidar. Lo mismo ocurre si se es testigo de la llegada de la Carabela Pinta tras el descubrimiento de un nuevo continente en la Fiesta de La Arribada de Baiona, o del esplendor del Imperio Romano y la fundación de la ciudad de Lucus Augusti (Lugo) durante el Arde Lucus.

Si hablamos de experiencias, hay una que solo se encuentra en Galicia y se vive con gran intensidad, tanto por los vecinos como por los visitantes que participan activamente en ella. Se trata de la Rapa das Bestas, un acto que representa la unión del ser humano con la naturaleza, y en concreto con el mundo animal, al congregar a cientos de caballos que viven de forma semisalvaje en los curros para cortarles las crines, desparasitarlos y curarles las heridas que pudieran tener. Aunque hay Rapa das Bestas en numerosas localidades de toda Galicia, la de Sabucedo (en A Estrada, Pontevedra) es la más conocida y ha sido también declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional.

Las romerías de origen religioso también son un importante atractivo de Galicia. Estas celebraciones en torno a la Virgen o los Santos de cada localidad gozan de gran arraigo entre los vecinos, y especialmente en las zonas rurales. Las romerías gallegas no se restringen exclusivamente al culto religioso, que si bien es el acto central de la misma, siempre va acompañado de un ambiente festivo, música tradicional y almuerzos populares. También son frecuentes las representaciones de bailes tradicionales gallegos y de las danzas blancas (también llamadas ancestrales o gremiales), tales como las danzas ancestrales de Darbo, las de San Roque do Hío y las de San Sebastián (todas ellas en Cangas), la Farsa das Espadas o Danza de las Espadas de Carril, o la danza de los Mariñeiros o Mareantes en Betanzos, entre muchas otras.

En honor a la huella histórica y cultural que une a Galicia con otras zonas del mundo, cada año se celebra la Fiesta Internacional del Mundo Celta, también conocida como “Festival de Ortigueira”. Con sus más de 40 años de tradición, este festival es uno de los más destacados del mundo dentro de la música celta y reúne a los y las mejores músicos a escala internacional.

Galicia no se puede entender sin sus grandes fiestas, sus ferias singulares y sus pequeñas romerías.