El sabor de nuestra tierra

ALBARIÑO

EN GALICIA

Principalmente en la parte sur de Galicia

Sobre el origen del vino y de la uva albariño existen varias leyendas. Una de las más aceptadas sostiene que los monjes de la orden del Císter la trajeron probablemente de Francia a mediados del S XII. Estos monjes plantaron viñedos en los valles del Camino de Santiago, y desde allí llegó al corazón del Salnés, concretamente al Monasterio de la Armenteira, donde se cree que se plantaron las primeras cepas de uva albariño en Galicia. Estudios de ADN más recientes revelan que el albariño es una variedad 100% autóctona de Galicia, diferente a las demás, dado que tiene poco que ver con las que se encuentran en el resto del mundo. Se desconoce si ha podido mutar o cruzarse con otras variedades. Lo que sí se reconoce, es su adaptación al medio después de casi 8 siglos de cultivo.

características de la uva albariño

Como en todo cultivo, esta vid se fue propagando, mezclando, adaptando y seleccionando hasta formar la riqueza que hoy tenemos cercana a 3.600 Ha de viñedos. El CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) lleva años investigando para identificar y aislar diferentes clones para poder replicarlos en viveros certificados. Hasta hace pocos años, los nuevos viñedos se plantaban con bravos (portainjertos) y poco después se injertaban con púas procedentes de maderas seleccionadas de viñedos a partir de los cuales se elaboraban grandes vinos. En el año 2012, el CSIC logró identificar 5 clones de albariño, los cuales se están propagando en la actualidad.

Esta uva, la podemos encontrar en la Península, principalmente en viñedos de la parte sur de Galicia y el norte de Portugal. Produce pequeños racimos dorados, apiñaos con pequeñas uvas esféricas, poco más grandes que un guisante. Destaca su fortaleza ante zonas de altas precipitaciones y produce vinos de alta calidad, aunque sus rendimientos sean altos, cerca de 10,000 kg/ha.

Esta variedad se ha exportado a otros países como, entre otros, USA, Uruguay, Francia y Australia, tratando de emular los vinos que se producen en Galicia.

Es perfecta para vinificar sola, o bien mezclada con otras, dado que el albariño es responsable de la acidez, estructura y delicados aromas.

Si nos centramos en los vinos monovaritales de albariño, existen grandes varianzas si estudiamos vinos de la subzona de O Rosal, del Salnés, del Ulla, Sotomayor o Condado. Los vinos procedentes de zonas más cálidas y secas (el sur de Galicia), suelen ser más maduros en nariz (mucha fruta con hueso: melocotón, pera, manzana) con acidez muy suave y color algo más dorado. Suelen ser perfectos para un consumo temprano y con una crianza sobre lías pueden llegar a evolucionar adecuadamente por años.

Por otro lado, los vinos de las zonas más frescas, húmedas y más cercanas al mar, destacan por ser más florales, pálidos, verdosos, cítricos y tienen un potencial de envejecimiento mayor. Se benefician si son lanzados al mercado después de una pequeña crianza en botella, y, bajo adecuadas condiciones de almacenamiento, su longevidad es sorprendente.

Los factores que hacen resaltar a los vinos albariños sobre otros, son diversos. El handicap de los pequeños viñedos (recordemos en tamaño medio por parcela en Rías Baixas, es de 5,000 m2), puede convertirse en una ventaja gracias al control exhaustivo del viticultor, cuidando muy de cerca con mimo cada planta. La vendimia, realizada a mano, favorece una primera selección de fruta en el viñedo, provocando una mayor calidad en los mostos resultantes en bodega. A partir de este mosto, se producirán vinos más aromáticos, con más matices, frescos y finos.

El estilo de vino suele ser ligero, seco y refrescante, lo que los convierte en vinos muy fluidos, de fácil consumo y maridaje, evitando la opulencia que sacia demasiado pronto a partir de la segunda copa. Muchos de estos vinos suelen tener un punto salino que incita a seguir bebiéndose.

El potencial de envejecimiento, la diversidad de microparcelas, suelos, climas y en definitiva cientos de “terroir” o “terruños”, son factores que consiguen que, con una única uva, se puedan elaborar docenas de estilos diferentes.

Cabe destacar el apoyo, trabajo, empuje y dedicación de la joven Denominación de Origen Rías Baixas, formada en 1986, que siempre ha apostado por preservar la calidad y la certificación del origen de cada partida de uva, con un control exhaustivo sobre campo, bodega y mercado. Todo ello, sumado a sus trabajos de promoción a su comercialización, ha contribuido al posicionamiento en el segmento alto de vinos blancos sin crianza en lo más alto de la categoría de vinos españoles, compitiendo en precio con tintos con crianza.

Por último, cabe aquí citar la gastronomía gallega y su relación con el vino albariño. La una se beneficia de la enorme calidad del otro y viceversa, pues el maridaje de los vinos de albariño con productos gastronómicos gallegos resulta en las más agradables experiencias para el paladar, algo que se ha convertido en un importante atractivo turístico que desemboca en el incremento de visitantes y, por tanto, en el aumento de oferta dirigida al turismo de calidad, que se ve reflejado en mejores alojamientos y en restaurantes premiados por incluir en su oferta los productos locales. Y es que el vino albariño marida con Galicia, marida con Calidade.