Cien años sin Emilia Pardo Bazán

La obra de Emilia Pardo Bazán sigue viva más de cien años después

Hace un siglo, el 12 de mayo de 1921, Emilia Pardo Bazán (A Coruña, 1851), una de las escritoras más influyentes de nuestro país, falleció en Madrid a la edad de 69 años. Sin embargo, su vida y obra continúan siendo de gran relevancia en el presente, tanto por su valor literario como por las ideas feministas y avanzadas para el lugar y la época en la que vivió la autora.

Con su obra, Pardo Bazán fue una de las principales impulsoras del naturalismo en España, un estilo artístico, y sobre todo literario, que surgió en Francia a finales del siglo XIX por oposición al romanticismo y que se basa en reproducir la realidad con la mayor objetividad posible, siguiendo el método determinista. Gracias a su educación y a su estudio de la obra literaria de autores franceses naturalistas, Emilia introdujo este estilo en una serie de artículos recogidos posteriormente en el afamado y controvertido libro La cuestión palpitante. Años después, la propia Emilia sería también una de las primeras en señalar el declive del movimiento naturalista y su sustitución por un nuevo estilo de carácter espiritualista.

Vivió la mayor parte de su vida entre Madrid y Galicia, dedicándose al activismo y a las relaciones políticas y literarias principalmente en la capital española, mientras que en Galicia se dedicaba a la escritura y algunas reuniones sociales en el Pazo de Meirás, hoy declarado Bien de Interés Cultural.

Monumento a Emilia Pardo Bazán en A Coruña
Monumento a Emilia Pardo Bazán en su ciudad natal, A Coruña
Monumento a Emilia Pardo Bazán

Las ideas y opiniones que Pardo Bazán plasmaba en sus obras, además de su estilo literario, causaron gran revuelo en la época, especialmente entre los defensores de la religión y la moral que consideraban escandaloso que una mujer describiera con realismo y crudeza los aspectos agradables y desagradables de la vida.

Pero nada de esto consiguió alterar sus obras ni su forma de entender la vida y la literatura. En su lugar, Emilia se convirtió en abanderada de los derechos de las mujeres y dedicó su vida a defenderlos tanto en su trayectoria personal como en su obra literaria. Fue una firme defensora de la necesidad de modernización de la sociedad española, especialmente en lo referente al derecho de las mujeres a acceder a todos los niveles educativos y a ejercer cualquier profesión para alcanzar la felicidad y la dignidad.

En tres ocasiones fue rechazada por la Real Academia Española, a pesar de que llegó a ser la primera mujer en presidir la sección de literatura del Ateneo de Madrid en 1906, la primera mujer que ocupó una cátedra de literaturas neolatinas en la Universidad Central de Madrid en 1916 y nombrada Consejera de Instrucción Pública por Alfonso XIII en 1910.

Pardo Bazán sostuvo una intensa vida social en la que encontró grandes amigos escritores, políticos e intelectuales de la época como Giner de los Ríos, Miguel de Unamuno, Pérez de Ayala, Ramón de Campoamor, Wenceslao Fernández Flórez, Benito Perez Galdós (con quien mantuvo una relación literaria y posteriormente también amorosa) o Menéndez Pelayo. De éste último acabaría distanciándose tras la polémica desencadenada por la publicación de La cuestión palpitante en 1883.

 

Sobre la vida y obra de Emilia Pardo Bazán

 

Infancia

Emilia Pardo Bazán nació en A Coruña el 16 de septiembre de 1851 en el seno de una familia noble y muy pudiente. Su padre, el conde pontificio de Pardo-Bazán (cuyo título nobiliario sería heredado por Emilia en 1906), fue su primera influencia en el conocimiento de los derechos de la mujer y también en el amor por la literatura.

Desde muy temprana edad, Emilia Pardo Bazán mostraba gran interés por la escritura y encontraba en la biblioteca de su padre una gran variedad de lecturas con las que saciaba su inquietud. Con tan solo nueve años declaró que sus libros preferidos eran Don Quijote de la Mancha, la Biblia y la Ilíada. En esta época, la familia pasaba los inviernos en Madrid, donde Emilia asistía a un colegio francés​ donde fue introducida en la obra literaria de La Fontaine y Jean Racine, lo que posteriormente sería de gran relevancia en el curso de su obra.

Cuando Emilia cumplía los doce años, la familia dejó de ir a Madrid, permaneciendo en A Coruña durante el invierno. Bajo la instrucción de educadores privados, recibió formación en todo tipo de materias, con especial atención a las humanidades y a los idiomas. Emilia llegó a dominar el francés, el alemán y el inglés. A pesar de sus increíbles aptitudes y su inmejorable formación, no pudo ir a la universidad, ya que en la época estaba prohibida a las mujeres.

 

Juventud e inicios como escritora

Con tan solo 16 años se casó, en Meirás, con José Quiroga y Pérez Deza, estudiante de derecho de 19 años y perteneciente a una familia también hidalga con quien tendría tres hijos. Un año después, en 1969, la pareja se trasladó a vivir a Madrid.

Tras un viaje de varios meses por Francia e Italia, Emilia tomó conciencia de la importancia de viajar como medio para explorar nuevos horizontes y educarse, y denunció la necesidad de europeización de España en las crónicas del viaje que publicó en el diario El Imparcial.

En 1876 lanzó su primer trabajo como escritora con el ensayo Estudio crítico de las obras del padre Feijoo. El padre Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro había sido autor del discurso Defensa de mujeres, considerado el primer tratado del feminismo español, y por el que Emilia sentía gran admiración.

En 1877 colaboró en la revista católica La Ciencia Cristiana mostrando su oposición y aportando argumentos contrarios a la teoría de Darwin sobre la evolución y el origen de las especies.

Publicó su primera novela Pascual López, autobiografía de un estudiante de medicina en 1879, una historia romántica y al mismo tiempo realista que se desarrolla en Santiago de Compostela.

Retrato de Emilia Pardo Bazán
Retrato de Emilia Pardo Bazán en el Museo de bellas artes de Pontevedra

Consagración como escritora

Con la publicación en 1883 de la compilación de artículos La cuestión palpitante, Pardo Bazán se presenta como una de las mayores representantes del naturalismo español, afianzándose como tal con la publicación de La Tribuna, también en 1883, y considerada la primera novela naturalista de España.

La publicación de La Tribuna, en el que se describe la vida proletaria de la época y cuya protagonista es una mujer valiente y revolucionaria, levantó un gran escándalo que afectó a la vida personal de la escritora, que se mantuvo siempre fiel a su intelecto. Terminó por separarse de su marido, José Quiroga, que según describen sus biografías, pidió a la autora que dejase de escribir ante los ataques recibidos, a lo cual Emilia se negó y fue el inicio del fin de su matrimonio.

Tras separarse de Quiroga, Pardo Bazán sostuvo una relación amorosa con Benito Pérez Galdós, con quien inicialmente mantenía una relación literaria, que duraría más de veinte años. Aún así las relaciones con su ex marido fueron amistosas y él siguió con interés su carrera. Cuando falleció, en 1912, Emilia guardó luto durante un año.

La publicación por primera vez en 1886 de su obra más famosa, Los pazos de Ulloa, consagró a la autora como una de las grandes escritoras de la literatura española y supuso la culminación del método naturalista. La obra describe la decadencia de la aristocracia y de la oligarquía terrateniente del mundo rural gallego, cada vez más degradada por la pérdida de su liderazgo en la sociedad.

Pocos años después de la publicación de su obra más afamada, Emilia se aleja del naturalismo y comienza a explorar nuevos estilos literarios como el idealismo y el simbolismo, siendo este último uno de los movimientos literarios más importantes de finales del siglo XIX en Europa.

 

La obra de Emilia Pardo Bazán es muy extensa y abarca la narrativa (novelas, relatos cortos y cuentos), el ensayo y la crítica, el teatro, la lírica, los libros de viajes, las biografías y el periodismo. En ella, la autora nos ha legado sus ideas revolucionarias y feministas, su entendimiento “a la española” del estilo naturalista y un ejemplo de lucha en vida que ha quedado plasmado en toda su obra.

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