La importancia de la filoxera
Quizá algunos lectores sepan muy bien qué es la filoxera y cuál ha sido su repercusión en los viñedos europeos, otros muchos habrán oído hablar de ella pero no sepan exactamente de qué se trata y, probablemente una gran mayoría no hayan oído jamás esta palabra ni nada relacionado.
En este artículo explicaremos de la forma más breve y concisa posible qué es la filoxera y por qué es tan importante saberlo para entender mejor el mundo del vino y, más concretamente, el de la viticultura.
¿Qué es la filoxera y cuál es su importancia?
Se conoce como filoxera a un minúsculo insecto (Daktulosphaira vitifoliae), de entre 0,3 y 3 milímetros, picador y parásito de la vid que se alimenta principalmente de sus hojas y raíces. Generalmente estos insectos vienen acompañados de hongos y bacterias que penetran por las heridas que provocan al picar la planta para alimentarse dando lugar a enfermedades que conducen a la muerte de la planta.
El ciclo biológico de la filoxera es complejo y no vamos a entrar en detalles, pero lo que sí es importante es que se trata de un insecto con una gran capacidad de reproducción y colonización. Las hembras incluso se pueden reproducir sin la intervención del macho, poniendo de 40 a 100 huevos en cada puesta que darán lugar a más hembras las cuales a su vez, en un plazo de solo 20 días, ya están listas para hacer una nueva puesta de huevos.
Estos insectos son originarios del este de Estados Unidos, donde las vides han evolucionado de forma conjunta con el parásito haciéndose resistentes a sus efectos nocivos; no así en Europa, donde hasta hace 150 años no existía la filoxera.
En el último tercio del siglo XIX y especialmente durante la década de 1870 se produjo en toda Europa una plaga de filoxera de tales dimensiones que redujo sustancialmente, y de forma drástica, las superficies de cultivo dedicadas a viñedo y cambió por completo la viticultura de todo el continente hasta nuestros días.
En realidad la invasión fue mundial, y únicamente se salvaron de la filoxera algunos países como Chile y Argentina, así como algunos viñedos aislados de España, especialmente en Galicia, pero de eso hablaremos más adelante.
La primera aparición de filoxera en Europa se produjo en 1863 en un invernadero Hammersmith (Gran Bretaña), donde fue rápidamente controlado, y en la localidad de Pujaut, al sur de Francia. Poco después, en 1865, se registró una segunda aparición en Bocas del Ródano, también al sur de Francia y muy cerca de Pujaut, siendo este hecho el primer indicio de la invasión que estaba por ocurrir. En los años posteriore la filoxera se extendió rápidamente por varios países de toda Europa: Portugal, Suiza, Alemania, Austria, España, Italia… diezmando a su paso plantaciones enteras de viñedos.
La solución al problema de la filoxera
La filoxera en Europa tiene la peculiaridad de que ataca principalmente a las raíces, pudriendo a las plantas desde abajo y dificultando aún más la lucha contra el insecto. Los productores y científicos se encontraron ante un problema totalmente nuevo y, a pesar de los esfuerzos probando diferentes tratamientos, ninguno ofrecía una solución realmente eficaz contra la filoxera.
Con el tiempo se descubrió que los viñedos plantados en suelos arenosos eran resistentes al insecto, ya que la arena impide que puedan construir túneles para llegar a las raíces. Este hecho, aunque interesante, tampoco permitía salvar los miles de viñedos europeos en riesgo plantados en otro tipo de terrenos.
Alguno productores se decantaron por sustituir las cepas europeas por otras americanas que eran resistentes a la filoxera. Sin embargo, estas cepas americanas no producen uvas de buena calidad para la vinificación, por lo que tampoco solucionaba el problema. Pero sí sirvió para sentar las bases del que fue, y es todavía a día de hoy, el verdadero remedio contra la enfermedad, y no es ni más ni menos que utilizar las vides americanas como portainjertos de las cepas europeas. Así, desde la invasión de la filoxera las vides europeas tienen raíces de plantas americanas (los portainjertos, patrones o pies) mientras que la parte aérea, es decir, los brazos de madera, brotes, hojas y racimos son de las variedades europeas (las cepas) que se injertan sobre el americano.
Esta forma de cultivar sí proporcionaba resultados más que satisfactorios, ya que las cepas producían frutos de calidad similar a la época prefiloxérica y no enfermaban. Por ello, los viñedos europeos rápidamente cambiaron la forma de plantar las cepas, e incluso se comenzaron a hacer estudios y comprobaciones con diferentes portainjertos americanos que son más o menos aptos ante diferentes situaciones como el tipo de suelo, la pluviometría en el viñedo, el vigor de la cepa, etc. Es por ello que a día de hoy existen multitud de portainjertos diferentes y adaptados a las condiciones de las diferentes zonas vitícolas del mundo.
¿Cómo fue la invasión de filoxera en Galicia?
El primer lugar donde entró la filoxera en Galicia fue en Vilardevós, en la zona de Monterrei (Ourense), en 1882 y rápidamente se extendió por toda la cuenca del río Támega en la zona de la actual DO Monterrei. Se cree que la invasión penetró por el citado río desde Portugal.
Desde aquí la invasión se propagó hasta el río Sil, en la actual Ribeira Sacra y Valdeorras, y siguió el transcurso del río hacia el oeste, llegando el valle del Narcea en Asturias en 1890. También siguió el transcurso del Sil en dirección oeste, alcanzando los viñedos en torno al río Miño y propagándose hasta la actual zona de la DO Ribeiro, pero aquí la expansión de la plaga se frenó por la presencia de suelos arenosos silíceos y con esquistos que, como hemos dicho, son poco propicios para la filoxera al impedir que el insecto alcance las raíces de las plantas.
Una segunda invasión de filoxera, esta vez más fuerte que la anterior, logró entrar por el río Miño en el sur de Galicia, procedente también de Portugal, alcanzando en 1907 los viñedos de Betanzos.
A pesar del enorme impacto que la plaga de filoxera tuvo en todo el mundo, algunas regiones de España se mantuvieron al margen y el insecto no llegó a afectar sus viñedos. Esto ocurrió principalmente, y por razones lógicas, en las zonas más aisladas, pero también en aquellos viñedos plantados sobre suelos arenosos. Ambas características se dan en varias zonas de Galicia, donde todavía quedan en pie algunas cepas centenarias prefiloxéricas que son verdaderos tesoros, pedazos de historia vivientes que todavía nos dan sus frutos y que debemos proteger y cuidar. También hay en las diferentes zonas vinícolas de Galicia muchas vides de pie franco, esto hace referencia a que no llevan portainjertos, siendo toda la cepa, desde la raíz hasta las hojas, de una misma variedad, pudiendo ser prefiloxérica o no. En realidad, una misma cepa puede ser centenaria, prefiloxérica y de pie franco: las tres cosas a la vez, dos, una o ninguna.