La viticultura en el clima y meteorología de Galicia

¿Cómo afecta el clima y los fenómenos atmosféricos al cultivo de la vid en Galicia?

El cultivo de la vid, al igual que la mayoría de cultivos, está condicionado por el clima y las condiciones atmosféricas de una zona en particular, así como otros factores como por ejemplo el tipo de suelo, los laboreos o las prácticas vitícolas habituales, tales como la poda, los abonados y enmiendas o la aplicación de fitosanitarios. De los factores que condicionan el crecimiento y desarrollo de las vides algunos no se pueden controlar, como por ejemplo el tipo de roca madre a partir del cual se ha formado el suelo donde se asienta un viñedo, el clima de la zona y los fenómenos atmosféricos como el granizo, las heladas, la sequía, etc.

En Galicia predomina el clima atlántico (u oceánico), un clima propio de latitudes templadas próximas al océano y en las que los vientos predominantes soplan hacia el continente, arrastrando consigo borrascas y anticiclones. Las oscilaciones térmicas día/noche y también las anuales son moderadas en comparación con el clima continental, y la pluviometría es más bien elevada, especialmente durante el otoño y el invierno.

Es importante resaltar que el clima atlántico es más acusado en las zonas costeras de Galicia y, a medida que nos adentramos hacia el interior, la influencia mediterránea se hace más notable. Así es que, en las provincias costeras (Pontevedra y A Coruña fundamentalmente) la pluviometría es mayor y las temperaturas más suaves y con menos oscilaciones térmicas que en las provincias de Ourense y la mayor parte de Lugo donde, además de llover un poco menos, los inviernos son más fríos y los veranos más calurosos que en el resto de Galicia. También hay en Galicia zonas con tendencia al clima de montaña, especialmente en el este de la provincia de Ourense y Lugo, en lugares como la sierra de los Ancares, el Courel o la sierra do Eixe.

 

Cómo afecta el clima de Galicia al cultivo de la vid

Viñedo y cielo nublado

En general, el clima templado de Galicia es muy adecuado para el cultivo de la vid, especialmente de las variedades autóctonas, ya que son las mejor adaptadas a nuestro suelo y clima. A pesar de tener un clima propicio para el desarrollo de las viñas, las temperaturas suaves y la elevada pluviometría también tienen efectos negativos o indeseables, especialmente en cuanto a la proliferación de hongos patógenos se refiere.

Así, en toda Galicia son relativamente frecuentes los ataques de hongos como el Mildiu o el Oidio, y más especialmente en las zonas de mayor influencia atlántica, como la DO Rías Baixas, la DO Ribeiro, la IGP Barbanza e Iria, la IGP Terras do Morrazo y también la IGP Betanzos. La elevada humedad relativa y el ascenso de temperaturas en primavera son el “caldo de cultivo” perfecto para los hongos. Es por ello que las labores que favorecen la aireación y secado de los viñedos, como los deshojados, o el cultivo en parras de gran altura son tan necesarios en estas zonas, así como la aplicación de tratamientos preventivos y paliativos como por ejemplo el sulfato de cobre.

También es necesario mencionar que los efectos del cambio climático se notan en el cultivo de la vid en Galicia. Así, las condiciones meteorológicas se hacen cada vez más impredecibles y fenómenos como las heladas, el granizo o incluso la sequía ocurren en momentos inesperados, condicionando la cantidad y calidad de la producción de las viñas.

 

Fenómenos meteorológicos más frecuentes en Galicia

Algunos fenómenos meteorológicos o accidentes atmosféricos puntuales pueden provocar graves daños a los viñedos de Galicia, los cuales, en ocasiones, pueden dañar directamente a un número considerable de racimos, o comprometer la capacidad de la planta para producirlos, ocasionando graves pérdidas para los viticultores y bodegas. Así, los fenómenos que más preocupan a los viticultores gallegos son el granizo y las heladas, ya que en muchas ocasiones ocurren cuando las vides están en fases de crecimiento o estados fenológicos delicados.

 

Granizo

El granizo es bastante frecuente en Galicia, especialmente en el otoño y en la primavera. Por lo general, las granizadas de otoño se producen después de la vendimia y cuando las vides están perdiendo las hojas, por lo que no producen apenas daños. Sin embargo, las granizadas de primavera sí preocupan a los productores por varios motivos.

Por un lado el granizo puede romper y provocar heridas en los órganos verdes en crecimiento, especialmente en los pámpanos tiernos y en las hojas más jóvenes, un daño que en sí mismo ya puede suponer la pérdida de una parte de la producción. Además, las heridas en los órganos verdes pueden ser la puerta de acceso y proliferación de enfermedades en el viñedo, como los temidos hongos, comprometiendo todavía más la producción del año.

El granizo que más daños induce en el viñedo, y que puede arrasar producciones enteras, es el que se produce durante la floración de las viñas, puesto que las flores son muy delicadas, éstas se rompen fácilmente por acción del granizo. El motivo de su importancia es lógico, sin flores no hay frutos y, por lo tanto, no habrá vendimia.

 

Heladas

Viñedo con escarcha

A pesar de tener un clima atlántico templado, en Galicia puede hacer mucho frío en invierno, especialmente por las noches. Uno de los fenómenos más frecuentes en nuestro territorio son las heladas invernales. Éstas se producen, sobre todo, en condiciones anticiclónicas ya que es cuando sopla el viento del norte más frío. Aunque durante los anticiclones no llueve y apenas hay nubes, la humedad relativa es por lo general elevada en Galicia y, en consecuencia, el agua en el ambiente se congela formando una buena capa de escarcha. En Galicia este fenómeno es conocido como xeada, xiada, carazo, carouxo o lazada, así como otros nombres dependiendo de la zona, y que ponen de manifiesto la frecuencia de este fenómeno en todo el territorio.

Por lo general las heladas invernales que se producen cuando la vid está en parada vegetativa, es decir, antes de que se inicie el brote de las yemas, no provocan ningún daño a las mismas. Sin embargo, en ocasiones se producen heladas tardías después del desborre de las yemas o cuando éstas ya han brotado. Es en estos casos cuando las heladas pueden provocar graves daños en los viñedos, ya que provocan la pérdida de los brotes mucho antes de haber formado los racimos. Estos brotes dañados aparecen necrosados (de un color oscuro y como si estuvieran quemados) como signo de que sus células han muerto.

Afortunadamente, en algunos casos, es posible salvar al menos una parte de la producción gracias a las yemas secundarias y prontas que se dejaron durante la poda.

 

Lluvias y sequía

Las lluvias abundantes no afectan tan negativamente al crecimiento de la vid como muchos pudieran pensar. No así la humedad ambiental relativa, la cual favorece la formación de heladas y el crecimiento de los hongos. Las lluvias, en sí mismas, preocupan más cuando llegan en septiembre, justo antes de la vendimia. Esto es porque las uvas se hincharán con el agua, adquiriendo mayor volumen y peso, pudiendo llegar a romperse el hollejo. Además la acumulación de agua en el fruto provoca una menor concentración de azúcares y acidez, lo cual va en detrimento de la calidad de la vendimia y de los subsecuentes vinos.

Uvas hinchadas

Por otra parte, en los últimos años ha comenzado a aparecer en Galicia un problema al cual no estamos habituados: la sequía. Cada vez son más los viñedos gallegos en los que se incorporan sistemas de riego, algo nunca visto hasta ahora. Si bien la extensión y el grado de sequía no son extremos en Galicia, sí es un problema al que prestar atención, ya que compromete el cultivo de la vid y quizás en un futuro no muy lejano los gallegos no dispongamos de todos los recursos a los que estamos acostumbrados.

Es por ello que, si el cambio climático y las irregularidades en las temperaturas y pluviometría que ello conlleva se mantienen en el tiempo, es muy posible que sea necesario cambiar nuestra forma de entender la viticultura y adoptar medidas y prácticas que permitan obtener buenas vendimias en las condiciones nuevas y cambiantes.

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