Castañas de Galicia

Historia e importancia de la castaña en Galicia

Las castañas de Galicia son muy apreciadas por su sabor y calidad. Aquí tenemos cultivares autóctonos de castaño que crecen de manera natural en los bosques y en plantaciones destinadas al aprovechamiento de sus frutos. Los soutos, que es como se denomina en gallego a los bosques de castaños, son especialmente abundantes en la provincia de Ourense y Lugo, aunque se pueden encontrar en todo el territorio gallego.

La castaña ha sido, durante siglos, parte fundamental de la dieta de muchos gallegos. Antes de la llegada de los cultivos americanos, y especialmente de la patata, las castañas eran un ingrediente básico y presente en muchos platos. Un alimento que se consumía principalmente en zonas rurales, y que fue determinante en tiempos de escasez. Y es que las castañas son un producto de alto valor nutricional, ricas en fibra y en grasas saludables.

Aunque actualmente ya no es un ingrediente básico, en Galicia seguimos adorando este fruto y celebrando su recolección e importancia cultural en las fiestas del magosto que tienen lugar a lo largo y ancho de Galicia. La tradición “castañera” de Galicia también se manifiesta en nuestra etnografía, principalmente en los sequeiros donde se obtenían las castañas pilongas en el Courel.

Hoy en día la explotación de la castaña para su comercialización es una importante fuente de empleo y riqueza en Galicia y, sobre todo, es un motor de desarrollo rural que fomenta el uso sostenible de recursos y el respeto por el medio ambiente. Además, el cultivo de las variedades autóctonas de castaño de forma controlada contribuye a la conservación de la biodiversidad vegetal de Galicia y actúa en beneficio de los ecosistemas.

 

Historia de la castaña y los castaños gallegos

Castaños
Niña recoge castañas

El origen de los castaños en Galicia no es del todo conocido. Existen evidencias obtenidas mediante análisis del polen que señalan su presencia en estas tierras ya en el Pleistoceno, por lo que algunos investigadores creen que Galicia fue una zona de refugio durante la última glaciación que permitió la supervivencia de estos árboles.

Sin embargo, el castaño no fue una especie mayoritaria, ni mucho menos cultivada en gran extensión, hasta la llegada de los romanos a Galicia que propiciaron su cultivo hacia el siglo I d.C. Las legiones de Augusto, por aquel entonces emperador de Roma, introdujeron algunas variedades de castaño más productivas que comenzaron a cultivarse por todo el territorio y que se mantuvieron a lo largo de los siglos de romanización.

Tras la caída del Imperio Romano, el cultivo del castaño cayó en el abandono para recuperarse mucho tiempo después, en la Reconquista. En este periodo el cultivo del castaño se extendió nuevamente, junto al del viñedo, de la mano de los grandes terratenientes y poseedores de fueros del momento: los monasterios y los señores feudales. Se sabe que los monasterios imponían el cultivo de la vid en las tierras bajas y laderas, dedicando las más elevadas al cultivo del castaño. Si bien en esta época el cultivo de estos árboles se destinaba principalmente a la obtención de madera para la tonelería en lugar del aprovechamiento de sus frutos.

Así, el esplendor del castaño se mantuvo en Galicia durante muchos siglos, llegando a comercializarse las castañas gallegas en mercados y ferias de toda Europa. Pero a finales del XVIII, se produjeron graves enfermedades que afectaron a estos árboles, por lo que su cultivo se empezó a sustituir por otros, principalmente el de la patata y el maíz. Sin embargo, en las zonas más recónditas, y especialmente en Ourense y Lugo, muchos soutos (bosques de castaños) se mantuvieron al margen de estas enfermedades y por ello aquí se encuentran la mayoría de castaños centenarios de Galicia, habiendo ejemplares que rondan los 1.000 años. De este modo también se mantuvieron los cultivares autóctonos, que han surgido a lo largo de siglos de evolución y adaptación a las condiciones gallegas, hasta nuestros días, permitiendo expandir su cultivo y fomentando su recuperación.

 

La castaña gallega: un producto de calidad

Castañas

Las castañas obtenidas de cultivares autóctonos del castaño europeo (Castanea sativa, Mill.) son un producto de calidad amparado por la Indicación Geográfica Protegida Castaña de Galicia.

Las castañas gallegas se caracterizan por presentar un porcentaje de carbohidratos superior al de otras castañas españolas, estando próximo al 60%, y por tener una textura muy firme. La calidad de su corteza, que se caracteriza por presentar un porcentaje de rotura muy bajo, le permite mantener una buena apariencia y conservar las cualidades del interior del fruto intactas durante los periodos de almacenamiento y transporte.

Y ¿qué decir de su sabor? Las castañas gallegas son simplemente deliciosas y quedan estupendas preparadas de múltiples formas: asadas, cocidas, en almíbar, crudas o acompañando platos de carnes, verduras e incluso de pescados como el rape.

Las zonas de mayor producción de la IGP “Castaña de Galicia” se encuentran en toda la provincia de Ourense y en el centro y sur de la de Lugo. Así los límites amparados por la IGP están delimitados por la Dorsal Gallega al oeste y por la Serra do Xistral hacia el norte.

La recolección de castañas comienza entre finales de septiembre y principios de octubre y suele durar en torno a un mes. Los erizos de las castañas se recogen a mano y se guardan en recipientes bien ventilados para su transporte a las plantas donde se realiza la limpieza, selección y almacenamiento de los frutos. Dado el carácter minifundista de las tierras de cultivo en Galicia, la mayoría de productores de castañas son pequeñas empresas familiares que han mantenido este cultivo durante generaciones.

Las castañas de Galicia se pueden encontrar frescas o congeladas en el mercado. Siendo este último formato empleado únicamente para ampliar el periodo de conservación del producto, por lo que nunca será un proceso de transformación y las castañas mantendrán las mismas características que las frescas.

Además de comercializarse en toda España, cada año se exportan miles de toneladas de castañas gallegas a más de 60 países de todo el mundo, donde son muy apreciadas, especialmente a Francia, Italia, Reino Unido y Portugal. Así, este es un sector que tiene un importante impacto en el desarrollo económico y rural del interior de Galicia.

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