Alfarería de Buño: los oleiros de Malpica

Los alfareros y alfareras de Buño

La parroquia de Buño, en el municipio de Malpica de Bergantiños, en A Costa da Morte (A Coruña), es uno de los lugares más activos de la artesanía gallega. Aquí se desarrolla la alfarería tradicional desde hace siglos, transmitida de generación en generación por los “oleiros” y “oleiras” (en castellano alfareros y alfareras) de Buño.

Antiguamente, los oleiros de Buño fabricaban útiles para la vida diaria: principalmente ollas, jarras, tazas, platos… y otros utensilios que forman parte del hogar gallego. Con el paso del tiempo y la llegada de nuevos mercados, los alfareros se han ido actualizando para ofrecer, además de los utensilios tradicionales, otras piezas artesanales decorativas y con funciones más versátiles, incorporando nuevas formas y esmaltes. Así, estos artesanos supieron adaptarse a las necesidades de los consumidores actuales logrando una mayor riqueza artística en su artesanía, conjugando la calidad dada por los materiales y el conocimiento transmitido durante generaciones con la innovación y la belleza artística. Tanto es así que, en el año 2007, la Asociación Oleira de Buño de Galicia recibió la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes concedida por el Ministerio de Cultura y Deporte.

Cada artesano y artesana de Buño tiene su propia identidad. Sus piezas llevan impresa su capacidad creativa y artesanal, su propio estilo y su firma. Todo ello sin perder de vista la tradición, las decoraciones y formas que empleaban sus ancestros, pero con una visión actual. Esta es la clave del éxito de la alfarería de Buño.

En el Ecomuseo Forno do Forte, gestionado por el Ayuntamiento de Malpica, se pueden admirar muchas de las obras de los oleiros y oleiras de Buño. Pero también es una ocasión para comprender la vida y tradición artesana de la localidad, así como las técnicas que emplean en la elaboración de sus piezas. Los visitantes retroceden en el tiempo para conocer el modo de vida de una familia alfarera en 1950.

Museo da olería de Buño
Piezas expuestas en el Ecomuseo Forno do Forte o "Museo da olería de Buño"

Además, en Buño los establecimientos de venta directa al público son en ocasiones también los propios talleres artesanos, por lo que los visitantes tienen la oportunidad de admirar el trabajo de los artesanos y artesanas in situ, además, claro está, de adquirir alguna de sus piezas únicas.

La actividad alfarera en Buño existe, al menos, desde el siglo XVI. El documento más antiguo que así lo manifiesta es el archivo parroquial, que registra el oficio de alfarero como ocupación tradicional a partir de 1510. Los registros de la actividad industrial de los siglos XVIII y XIX, ponen de manifiesto que en Buño no solo se mantuvo la tradición alfarera durante siglos, sino que también llegó a ser una importante actividad económica en la zona.

A principios del siglo XX, la pequeña localidad de Buño contaba con hasta ochenta alfares en activo, equipados la mayoría de ellos con dos tornos: uno para el dueño y otro para un oficial jornalero.

 

¿Cómo es el trabajo de las oleiras y oleiros de Buño?

Torno de alfarería

Como en cualquier artesanía, el trabajo de los alfareros y alfareras de Buño es complejo y requiere de esfuerzo y dedicación.

Comienza con la obtención de la materia prima: el barro. Los barros utilizados tradicionalmente en Buño se extraían del Monte de Os Barreiros, muy cerca de la localidad. Era un trabajo duro que consistía en realizar varios pozos verticales para buscar la veta deseada. Una vez la encontraban, excavaban horizontalmente creando galerías que debían apuntalar para evitar hundimientos. Así, siguiendo técnicas mineras elementales, recogían el barro que necesitaban, a no ser que la veta se agotara antes, en cuyo caso tenían que excavar un nuevo pozo.

Una vez recogido, el barro se dejaba secar y se machacaba en una pila de piedra con un pisón hasta hacerlo polvo. Las mujeres se encargaban de realizar estas labores, además de cerner (o peneirar) el polvo para ir recogiéndolo en grandes recipientes de madera. Actualmente los alfareros disponen de maquinaria que realiza una buena parte del trabajo que antes se hacía a mano.

En función de la cantidad que se necesitaba, el alfarero iba amasando parte del barro así preparado para realizar sus piezas. El amasado varía según los tipos de barro y es tarea del artesano conocer qué composición y mezcla es la más adecuada según qué finalidad.

Amasado del barro

Una vez se tiene la masa, se pasa al torno o, como dicen en Buño, la roda. El torno que se utiliza en Buño es el denominado “alto” o “rápido”, característico de la mayoría de los centros alfareros del noroeste peninsular. Además de sus propias manos y el movimiento circular del torno, los alfareros de Buño empleaban algunos instrumentos sencillos, como una caña para modelar y un hilo para separar la pieza del platillo tras el modelado.

Una vez modeladas las piezas, los alfareros de Buño las secaban en sus propias casas. En los denominados fumeiros las piezas se secaban con el humo y el calor del hogar antes de ser vidriados. El vidriado tradicional se realizaba con diferentes minerales, principalmente galena de Linares (Lugo) y sílice de Laxe (Coruña), así como diferentes óxidos que aportaban color. Una vez se ha cubierto la pieza con la mezcla de minerales escogida, se procede al horneado de las mismas.

El horneado es una de las tareas más importantes en la alfarería y requiere de conocimientos y destreza. En Buño las hornadas se realizaban en grandes hornos comunales, y todos los vecinos contribuían para lograr un trabajo bien hecho.

Los hornos comunales de Buño estaban realizados en mampostería de piedra, eran circulares, con dos o tres metros de diámetro por dos de altura, y capacidad para alrededor de dos mil piezas. Las piezas se colocaban cuidadosamente sobre una parrilla, encajándolas formando círculos, en cuyo centro se ponían las vasijas vidriadas. El horno se empastaba con una mezcla de barro y lodo dejando algunas rendijas que servían de tiro para la lumbre.

Como fuente de calor se quemaba leña de tojo, roble, pino o eucalipto y se necesitaban unas seis horas de constante alimentación hasta alcanzar una temperatura entre los 800 y los 1000 grados centígrados.

A finales del siglo XX, existían al menos tres hornos colectivos activos en Buño: “Os Mourons”, “A Costa” y “O Cruceiro”.

 

Motivos y decoraciones características de la alfarería de Buño

Piezas de la alfarería de Buño
Alfarería

La riqueza de la alfarería de Buño se debe a su larga tradición y a la creatividad de los oleiros y oleiras. Algo que queda patente en la variedad en los bordes de sus vasijas (hasta doce tipos distintos) y en las decoraciones.

Antiguamente las decoraciones eran sencillas y se realizaban practicando líneas u ondas muy juntas (“picadillo”) incisas sobre el barro con un extremo de la caña. Con el tiempo surgieron nuevas técnicas para obtener más motivos decorativos. Como las “listas” o “cintas” trazadas con un barro de distinto color, o los “vivos” que son resaltes concéntricos que se hacen mientras la pieza gira en el torno. Actualmente los alfareros emplean estas y otras técnicas, como la decoración pintada, que les permiten obtener resultados de gran belleza que ponen de manifiesto su saber hacer y capacidad artística.

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