Enfermedades del viñedo más comunes de Galicia y su control

Patógenos más frecuentes en las viñas gallegas

La viticultura de Galicia está muy condicionada por las condiciones climáticas generales (clima atlántico predominante) y por los diferentes microclimas que surgen debido a la configuración del territorio. De forma general son las riberas de los ríos y los valles, la influencia de las rías y la orografía de montaña, los principales factores que conforman los microclimas en los viñedos gallegos.

En general, el clima de Galicia se caracteriza por ser lluvioso y de temperaturas suaves durante todo el año. Ello propicia que las principales enfermedades que pueden aparecer en los viñedos gallegos sean de tipo fúngico, es decir, las provocadas por hongos como el mildio o mildiu (Plasmopara vitícola), el oídio (Erysiphe necator, también llamado Uncinula necator), la botrytis o podredumbre gris (Botrytis cinerea) y el black rot o podredumbre negra (Guignardia bidwellii). Aunque el nivel de incidencia y el tipo de patógeno dependerá también del microclima concreto donde se asienta el viñedo.

Asimismo, no todas las variedades de vid son igual de sensibles a un patógeno dado y cada una de ellas presenta diferentes niveles de resistencia a un tipo de patógeno u otro. Otro factor clave en la capacidad de estos hongos para enfermar las vides es el momento del ciclo anual o estado fenológico en el que se encuentran las cepas, ya que cada patógeno es capaz de atacar a distintos órganos de la planta en diferentes momentos de su crecimiento y desarrollo.

Os hablamos a continuación de los dos patógenos más frecuentes en las viñas de Galicia: el mildiu y el oidio. Dos hongos que cualquier viticultor gallego conoce a la perfección, sabe cómo identificarlos y también cómo tratarlos.

 

Mildio, mildiu o mildeu (Plasmopara vitícola)

Mildiu en viñedo
Manchas de aceite sobre las hojas características de infección por mildiu

El mildiu es quizás la enfermedad más frecuente en los viñedos de Galicia y la que más medidas de control sanitario necesita. Este hongo puede producir daños en todas las partes verdes de las vides: en las hojas, las yemas, las inflorescencias, las uvas verdes e incluso los zarcillos.

Los estados fenológicos en los que las vides son más sensibles a las infecciones por mildiu van desde la aparición de los botones florales separados hasta que los granos alcanzan el tamaño de guisante. Serían los estados fenológicos H, I, J y K. Las infecciones primarias se producen en torno al mes de abril en las zonas de mayor influencia atlántica de Galicia y algo más tarde en las comarcas del interior.

Se detecta principalmente por los síntomas que provoca en las hojas: las conocidas como “manchas de aceite”. Éstas se denominan así porque tienen un aspecto aceitoso de color amarillo en las variedades blancas y pardo-rojiza en las tintas, y su presencia indica que está ocurriendo la infección primaria del hongo, es decir, el desarrollo del micelio en el interior de la planta. Las manchas de aceite se pueden ver en el haz de las hojas infectadas, mientras que en el envés se puede llegar a apreciar filamentos del hongo (con aspecto de moho blanquecino) que son los que producen las esporas que darán lugar a las infecciones secundarias.

Las infecciones secundarias, debidas a las esporas que el hongo libera al ambiente, tienen lugar especialmente cuando hay precipitaciones o mucho rocío nocturno, que empapa las vides por completo. Así, a mayor cantidad de agua, mayor probabilidad de una segunda infección.

Bajo estas condiciones de humedad, la temperatura va a determinar en gran medida el alcance de los daños provocados por el patógeno. Así, si las temperaturas medias diarias no superan los 13˚C es casi imposible que ocurra la infección, mientras que si éstas superan los 15ºC el ataque es más que probable. Y, con temperaturas medias superiores a los 17ºC los daños pueden ser muy severos.

Es importante resaltar que las esporas de mildiu tienen la capacidad de producir numerosas reinfecciones secundarias (entre 5 y 8) que ocurrirán siempre que las condiciones de humedad y temperatura sean las adecuadas. Y con mayor probabilidad también, por supuesto, en aquellos viñedos debilitados por el uso intenso de fitosanitarios y/o por forzar su capacidad para producir frutos.

El principal tratamiento que se emplea contra este patógeno en Galicia es el sulfato de cobre, el cual se aplica en ocasiones muchas veces para tratar de luchar contra estas infecciones secundarias.

Prácticamente todas las variedades de vid de Galicia son sensibles al mildiu, no habiendo apenas diferencias entre los tipos de vides. Su capacidad de infección viene determinada, en mayor medida, por la fortaleza de la planta y su vigor. Así, las plantas muy frondosas y de vigor incontrolado (con muchas hojas, racimos y pámpanos) y debilitadas son especialmente sensibles a este hongo.

 

Oídio (Erysiphe necator o Uncinula necator)

Oídio en viñedo
Vid afectada de oídio con las manchas cloróticas en las hojas y un polvo blanquecino que recubre los racimos

Al igual que el mildiu, el oídio es un hongo capaz de producir daños en todos los órganos verdes de la vid, es decir, en las hojas, en las yemas, en las inflorescencias y en los racimos verdes.

Los estados fenológicos en los que las vides son más sensibles a las infecciones por oídio son la floración y, especialmente, desde los granos en tamaño de guisante hasta el cierre de los racimos. Serían los estados fenológicos I, J, K y L.

La primera señal de infección por oídio también se aprecia en forma de manchas sobre las hojas, pero en este caso se trata de manchas circulares de color pardo (manchas cloróticas) que van tornando hacia un color blanquecino con el tiempo. El color blanco indica que el hongo está esporulando, es decir, que está liberando sus esporas al medio. A diferencia del mildiu, el oídio no penetra en el interior de las hojas y se desarrolla principalmente en la superficie de la planta.

Además, este hongo es fotosensible, es decir, que bajo intensidades de luz elevada no puede desarrollarse. Es por ello que aparece sobre todo en las partes de la planta con menor insolación, principalmente en el centro de la misma, bajo la sombra de las hojas.

En cuanto a las condiciones que favorecen la infección por oídio, éstas vienen determinadas, de nuevo, por la humedad y la temperatura. Cuando la humedad relativa (humedad ambiental) media supera valores del 50-60% durante un periodo de 3 a 5 días y, de forma paralela se dan temperaturas de unos 25ºC durante 5 horas al día, las probabilidades de desarrollo del oídio son muy elevadas.

Así, las consecuencias del cambio climático en Galicia, que en ocasiones trae consigo primaveras más calurosas de lo habitual, hacen que la propagación de esta enfermedad del viñedo sea cada vez mayor. Muchos viticultores se enfrentan a infecciones de oídio en viñedos donde hasta ahora este no era el principal hongo que atacaba a las viñas.

La principal clave para la erradicación del oídio es la detección temprana, ya que en este caso los tratamientos son mucho más efectivos si se aplican al inicio de la infección. Así, en los casos en los que el hongo infecte gran parte del viñedo se producirán graves consecuencias, tales como la pérdida de una parte de las cosechas y una disminución de la calidad del vino. Además, esta enfermedad del viñedo también reducirá las cosechas de los años siguientes si en la poda de invierno no se eliminan todas las partes de madera afectadas por oídio.

Se sabe que determinadas variedades de vid gallegas son más sensibles a los ataques de oídio. Entre ellas destacan el Albariño, el Godello, el Torrontés, el Castañal, el Brancellao y el Ferrón.

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