Miel de Galicia: historia, cultura y calidad alimentaria

Miel y tradición apícola de Galicia

Galicia es tierra de mieles de gran calidad y también de una larga historia relacionada con la cría de abejas para su extracción. Construcciones tradicionales como las albarizas ponen de manifiesto la larga trayectoria apícola de nuestra Comunidad Autónoma. Pero además de una tradición en la apicultura, en Galicia existe una inmensa diversidad vegetal con gran variedad de flores diferentes y, por lo tanto, de mieles con diferentes características de aroma, de sabor y de color.

El vínculo histórico de Galicia con la miel es muy notable y existen numerosos documentos y muestra patrimoniales que así lo ponen de manifiesto. Uno de los más relevantes es el Catastro de Ensenada, llevado a cabo por la Corona de Castilla en 1752. En él se recogen un total de 366.339 colmenas tradicionales en Galicia que estaban principalmente en manos de civiles, ya que de ellas apenas 21.000 pertenecían a la Iglesia.

Casi un siglo y medio después, en 1893, se publicaba “Manual de apicultura: escrito expresamente para los agricultores gallegos”, obra del gallego Ramón Pimentel Méndez. Esta es, probablemente, la primera referencia escrita que demuestra la dimensión e importancia de la producción apícola en Galicia.

Así, aunque la apicultura tuvo su máxima expansión antes de la entrada del azúcar, ya que era el principal edulcorante disponible y además aportaba energía y otras propiedades terapéuticas, su consumo sigue siendo amplio en el noroeste peninsular y, de hecho, la miel sigue muy presente en la repostería tradicional gallega.

La miel es un alimento de alto valor nutricional y con muchos beneficios. Su elevado contenido en azúcares de asimilación rápida le aportan gran capacidad energética, pero este alimento también es fuente de aminoácidos, vitaminas y oligoelementos esenciales para nuestro organismo, tales como el fósforo, el sodio, el potasio o el hierro. Por ello la miel es muy saludable y se emplea para paliar el cansancio y ciertas afecciones digestivas y respiratorias. Estudios llevados a cabo por la Consellería de Medio Rural de la Xunta y Feader han demostrado que las mieles de Galicia destacan por poseer valores de vitamina C, contenido mineral y capacidad antioxidante superiores a los valores de referencia para las mieles en general.

 

Indicación Geográfica Protegida “Mel de Galicia”

Apicultor
Panales de abejas

La Indicación Geográfica Protegida “Mel de Galicia”, o IXP Mel de Galicia, acoge a una gran parte de las mieles que se producen en todo el territorio. Su órgano de control verifica, entre otras cosas, la autenticidad de su origen, parámetros como el contenido en humedad (que ha de ser menor del 18.5%), el contenido de hidroximetilfurfural (producto derivado de la descomposición de azúcares), el espectro polínico o que las cualidades organolépticas del producto se correspondan con su origen botánico.

En Galicia se comercializan en torno a 300 toneladas de miel al año bajo el sello de la IGP Mel de Galicia. Ello supone una facturación de más de 2 millones de euros que da trabajo a más de 300 apicultores y cerca de 40 envasadores.

Los consumidores podemos encontrar las mieles gallegas en supermercados, grandes superficies y tiendas especializadas. Se presenta por lo general en forma líquida envasada en botes de vidrio o plásticos alimentarios, aunque en ocasiones también se presenta todavía sobre pedazos de panales. Debido a sus características la miel gallega tiende a ponerse densa y a cristalizar, pero ello no es para nada indicativo de mal estado o defecto, sino que se trata de un proceso totalmente natural y sigue conservando el 100% de sus propiedades nutritivas. Se puede consumir de este modo sin problema alguno o, si se prefiere líquida, se puede licuar al baño maría.

 

Tipos de mieles según su origen botánico

Abeja polinizando una flor

Las mieles se suelen clasificar según el tipo de flores de las que las abejas obtienen el polen para fabricarla. Así, según su origen botánico las mieles gallegas se clasifican en las siguientes:

 

Miel multifloral

Pueden poseer desde colores claros hasta colores oscuros y su sabor varía según cual sea el polen o los pólenes mayoritarios, pero siempre presentan matices florales o afrutados.

Así, la IXP Mel de Galicia establece que el polen mayoritario ha de pertenecer a las flores de castaño (Castanea sativa), brezo (familia Ericaceae), zarzas (Rubus sp.), eucalipto (Eucalyptus sp.), robles o “carballos” (Quercus sp.), “xestas” (Cytisus sp.), tojos (Ulex sp.), rosas (familia Rosaceae), dientes de león (Taraxacum sp.), tréboles (Trifolium sp.), leguminosas silvestres del género Lotus, flores silvestres de los géneros Campanula, Centaurea y Echium sp., así como una variedad de Brassicas.

Recientemente, el Diario Oficial de la Unión Europea ha aprobado el término “Miel de Bosque” para las mieles multiflorales de la Indicación Geográfica Protegida Miel de Galicia.

 

Miel monofloral de castaño

Presenta un color ámbar oscuro, incluso con ciertos tonos rojizos. Sus aromas son malteados y su gusto es intenso y persistente con ligeras notas saladas. También se caracteriza por ser muy líquidas y de cristalización lenta.

Como su propio nombre indica son mieles de castaño principalmente. El consejo regulador de la IGP “Miel de Galicia” establece que el porcentaje de polen de castaños (Castanea sp.) debe ser del 70% como mínimo.

 

Miel monofloral de eucalipto

Esta miel se caracteriza por sus colores más claros que las demás monoflorales, sus aromas céreos y un sabor ligeramente ácido y poco persistente.

Están elaboradas con al menos el 70% de polen de eucalipto (Eucalyptus sp.).

 

Miel monofloral de zarza

Se trata de una miel muy frutal y notablemente dulce que presenta colores de ámbar a ámbar oscuro.

Para considerarse monoflorales el porcentaje de polen de “silveira” o zarzamora (Rubus sp.) debe ser igual o superior al 45%.

 

Miel monofloral de brezo

Esta miel presenta un sabor característico, muy intenso y ligeramente amargo. Sus aromas son predominantemente florales, también muy intensos y persistentes, y su color varía de ámbar oscuro a oscuro con tonos rojizos.

Al igual que en las mieles de zarza, éstas han de tener un contenido mínimo de polen de brezo (Erica sp.) del 45%.

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