Etiquetado del vino: el equilibrio entre la normativa y el marketing

La importancia de la etiqueta

Las etiquetas son el principal elemento visual y atractivo de la mayoría de vinos. Su diseño marca la diferencia, captando nuestra atención, o permitiéndonos reconocer una referencia determinada. Pero además de vestir la botella y dotarla de apariencia estética, las etiquetas y contraetiquetas de los vinos pueden aportar mucha información sobre el mismo si se leen detenidamente.

Además, existe un conjunto de normas de etiquetado a nivel europeo que obligan a incluir determinada información en todos y cada uno de los vinos que se comercializan dentro del marco europeo, tanto los producidos en nuestro continente como en los importados desde cualquier otro país del mundo. Es por ello que a la hora de diseñar una etiqueta siempre se busca un compromiso entre incluir la información que exige la ley y mantener una apariencia acorde con la imagen y el estilo que la bodega quiere transmitir a sus clientes.

 

Normativa de etiquetado del vino

Las dos normas de nivel europeo más importantes en cuanto a la información de las etiquetas de los vinos son el Reglamento (CE) n.o 607/2009 de la Comisión, de 14 de julio de 2009, y el Reglamento Delegado (UE) 2019/33 de la Comisión, de 17 de octubre de 2018. Atendiendo a estos reglamentos, la información mínima obligatoria que se debe contemplar en las etiquetas de todos los vinos de las bodegas de la UE, tanto si está acogido a Denominación de Origen como si no, es la siguiente:

  • Nombre de marca.
  • Año de cosecha.
  • El porcentaje de alcohol respecto al volumen.
  • El contenido neto, es decir, el volumen de vino que contiene el recipiente. El más habitual para botellas de vino es de 750 ml (también 75 cl o 0.75 litros).
  • La frase “contiene sulfitos”. Los sulfitos son alérgenos potencialmente peligrosos para personas sensibles. Incluso en vinos sin sulfitos añadidos es necesario poner esta frase, ya que los sulfitos están presentes de forma natural en todos los vinos y se forman durante la fermentación alcohólica.
  • Zona de producción: nombre y dirección del elaborador.
  • Lugar de embotellado: nombre y dirección del embotellador.
  • El número de registro del embotellador (R.E.) y el número de registro de sanidad (R.S.).

Adicionalmente, los vinos con Denominación de Origen deben incluir un número de control de garantía, el sello e imagen de la DO, y cualquier otra disposición adicional que marque el consejo regulador.

Además, los vinos que se van a exportar deben incluir una reseña al registro de exportación y cumplir las normas de etiquetado del país de destino. Así, por ejemplo, en EEUU es obligatorio incluir un logotipo que indica que su consumo no es adecuado para mujeres embarazadas.

Toda la información obligatoria se encuentra tanto en la etiqueta delantera como en la parte posterior (contraetiqueta) de la botella, de modo que lo que no esté en la una lo estará en la otra, pero siempre debe estar presente.

 

La importancia de la etiqueta en el mercado, el marketing y las ventas

Botella de vino diseño original y llamativo
Ejemplo de diseño llamativo, tanto en la etiqueta como en la propia botella
Vino actual con una ilustración vintage en la etiqueta
Vino actual con una ilustración vintage en la etiqueta

La importancia de la etiqueta en el marketing y las ventas es relativa, pero en la mayoría de casos el diseño de la etiqueta es muy importante, por no decir fundamental. La etiqueta es la principal referencia que ayuda al consumidor a identificar el vino que va a adquirir, tanto si éste ya le es conocido como si no. De un simple vistazo el cliente puede encontrar el vino que busca o, en el caso de estar abierto a nuevas posibilidades, la etiqueta es el principal elemento que atrae nuestra atención y que puede marcar la diferencia entre escoger un vino u otro. Esto es especialmente relevante para los vinos que se venden en supermercados u otras superficies en las que no existe un asesoramiento en la compra, y es el consumidor el que elige el vino sin más información que la que encuentra en la etiqueta (además de sus propios conocimientos y la eventual ayuda de alguna app de vinos). Es por ello que muchos vinos de supermercado cuentan con diseños llamativos, novedosos, alternativos e innovadores que pretenden captar nuestra atención además de transmitir la esencia de su elaboración y de sus cualidades. Algunos se decantan por los colores llamativos, otros por una apariencia “vintage” (como los ejemplos de las imágenes de arriba) y otros por expresiones artísticas de lo más variadas.

Vinos franceses
Una apariencia clásica, como la de los vinos franceses, es habitual en las botellas más reconocidas y tradicionales

El lado opuesto, en cuanto al diseño de etiquetas se refiere, viene de la mano de las bodegas o referencias concretas que se han ganado una clientela fiel que se mantiene con el paso de los años. Son vinos muy populares que se encuentran también en muchos bares y restaurantes, ampliamente reconocidos por el gran público. En estos casos la imagen se mantiene prácticamente inalterable y las etiquetas apenas cambian con el paso del tiempo, ya que la bodega ha creado imagen de su propia marca. Ello no exime (y se podrían citar un buen número de casos) de que estas mismas bodegas cambien su imagen para dar una sensación de renovación y modernidad, algo que ocurre especialmente cuando la empresa decide tomar un cambio de rumbo, ya sea en el proceso productivo, en el cliente objetivo o en algún otro aspecto relacionado con el marketing.

Otro escenario es el de los denominados vinos de autor o vinos de producción limitada que se dirigen a un público muy específico, generalmente restaurantes, clientes particulares y tiendas especializadas que asesoran a su clientes acerca del origen, elaboración, variedades y otros aspectos del producto. En estos casos la información de la etiqueta se enfoca a resaltar el nombre del autor o autora, el de la finca (si es un vino de finca) u otros aspectos que marcan la diferencia en el vino en cuestión. El diseño no debe ser necesariamente llamativo y lo que se busca es transmitir la esencia del propio vino. Se presupone que el cliente conoce de antemano la bodega o el elaborador/a, y que tiene conocimientos más o menos profundos sobre el mundo del vino, por lo que el diseño de la etiqueta no es tan determinante como en el caso de los vinos que se venden en supermercados. Ello no quiere decir, ni mucho menos, que no haya que cuidar las apariencias y presentar un producto atractivo, sino que no es tan relevante como en otro tipo de mercados.

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