Finalidad y funciones de la poda de invierno
La poda de invierno de la vid es una de las prácticas vitícolas más importantes del año, ya que va a condicionar el crecimiento de las viñas durante la primavera y el verano, así como la producción de racimos y, en consecuencia, a la cantidad y calidad del vino que se obtendrá tras la vendimia.
Es importante diferenciar la poda de invierno, que se realiza sobre los sarmientos (ramas) generalmente cuando la vid está en reposo invernal, de la poda en verde, la cual se realiza hacia finales de la primavera principalmente para eliminar el exceso de hojas y favorecer la aireación e insolación del viñedo. Una operación que contribuye además a mantener las plantas libres de hongos, algo muy necesario en el clima y condiciones atmosféricas de Galicia.
Lo habitual, en el hemisferio norte, es realizar la poda de los sarmientos entre enero y febrero, aunque en algunos casos se opta por realizar podas tempranas (en octubre o noviembre) o, en casos muy aislados, por las podas tardías (hacia marzo y abril).
Para hacer una buena poda de invierno es necesario tener conocimientos específicos de viticultura, conocer el tipo de poda adecuado según la formación o sistema de conducción de las vides (espaldera, emparrado, vaso…), la capacidad productiva y brotación de las diferentes variedades de vid y también las características y factores climáticos que afectan a un viñedo en particular. Asimismo, según los objetivos de productividad deseados, se hace un tipo de poda u otro, dejando un número mayor o menor de yemas que brotarán al final del invierno.
Así, las yemas son órganos en latencia durante el invierno y cuando llega la primavera brotan para producir los tallos verdes (pámpanos), las hojas y los racimos de la vid. Según el número de yemas que broten, y de acuerdo a la capacidad de producir racimos de cada variedad, se puede estimar la cantidad de racimos que producirá cada planta.
¿Por qué se hace la poda de invierno?
La finalidad principal de cualquier tipo de poda de invierno, sea cual sea la variedad, sistema de conducción y características del viñedo, es contener el crecimiento vegetativo de la vid favoreciendo la formación de partes leñosas en una planta que de forma natural es semileñosa y trepadora. De no realizar las podas de invierno, las vides podrían crecer hasta 30 metros de largo y producirían un mayor número de racimos pero también más pequeños y con uvas de menor calidad desde el punto de vista enológico.
Así, las podas de invierno tienen varios objetivos:
Controlar el número de yemas productivas que brotarán y fructificarán dando lugar a los racimos. Las yemas están en estado latente durante el invierno y comienzan a brotar en la primavera. Según el número de yemas que se dejen tras la poda, cada planta producirá más o menos racimos, por lo que se puede hacer una estimación, ya en invierno, de cuantos racimos se vendimiarán al final del verano. Eso sí, hay que tener en cuenta que habitualmente hay pérdidas de racimos, en mayor o menor medida, durante el año debido a inclemencias meteorológicas, enfermedades de la vid y/o ataques de patógenos como los hongos.
Otro factor importante a tener en cuenta al realizar la poda es el equilibrio de la carga de futuros sarmientos, hojas y racimos de la vid. Así, una poda bien hecha buscará que las partes verdes de la viña estén en equilibrio de acuerdo a su formación y sistema de conducción, evitando que la planta crezca hacia donde no debe.
La poda también favorece la formación de madera en el tronco de un modo acorde a la formación de las vides. Las partes leñosas de la vid juegan un papel importantísimo en la acumulación de reservas durante el reposo invernal y en la capacidad de brotación de la planta al llegar la primavera. Así, ha de cuidarse mucho la formación de las vides, especialmente cuando todavía son jóvenes.
Otro objetivo de la poda es el de sanear las vides cuando tienen indicios de enfermedades de la madera (como la yesca) o trozos muertos o podridos cuando son muy viejas. Si es algo leve, aplicando una poda severa y eliminando las partes de madera afectada, en ocasiones es posible salvar la planta. Sin embargo, cuando enfermedades como la yesca afectan a una gran parte de la vid, lo habitual es tener que arrancar los ejemplares afectados para que la enfermedad no afecte al resto del viñedo.
La poda de los sarmientos es quizás la práctica vitícola más importante en cualquier viñedo, sea cual sea su sistema de producción, variedades o ubicación. Saber podar se podría calificar de arte, puesto que requiere de ciertos conocimientos teóricos pero sobre todo de mucha práctica y habilidad a la hora de comprender el viñedo y las finalidades de lo que se está haciendo. No hay una única forma de podar, ni tampoco una única forma correcta de hacerlo.
El modo en que se podan las vides determinará su capacidad para producir racimos, la forma de su crecimiento, su estado sanitario y su capacidad para resistir las adversidades. Por eso es importante saber podar, y más aún, podar bien.