El pote gallego: recipiente tradicional para platos de invierno

Recipiente tradicional para caldos y potajes de invierno

En Galicia se conoce como pote a un recipiente ancho, con tres pies, dos asas y un aro que servía para colgarlo de una cadena sobre la lumbre del hogar tradicional gallego: la lareira. En este recipiente se preparaban caldos, guisos o potajes a base de legumbres, verduras, patatas gallegas y ocasionalmente también chorizo y pedazos de carne. Es por ello que en ocasiones a estos platos se les denomina de forma general “pote gallego”, haciendo alusión al recipiente en el que se preparaban de forma tradicional.

Actualmente el pote como recipiente se sigue empleando para preparar platos de invierno como caldos, potajes y guisos en muchos hogares y restaurantes de Galicia, si bien su uso se ha reducido mucho y ha sido sustituido por ollas adecuadas para las cocinas actuales.

Aunque nadie duda de que un caldo o un potaje gallego es un plato delicioso y reconstituyente que ayuda a entrar en calor en los días fríos y húmedos del invierno gallego, ya sea preparado en una cocina actual o en una lareira, el sabor que imprime la lumbre y el pote tradicional a estos platos es francamente diferente y para muchos mejor que si se prepara en una olla ordinaria. Ello se debe, con toda probabilidad, a dos factores: el fuego sobre el que se cocina y la propia forma del pote.

Al cocinar directamente sobre el fuego, colocando el pote a la altura que deseemos, se permite una cocción pausada de los ingredientes, que liberan y entremezclan sus sabores lentamente, mientras que el propio humo de la lumbre confiere ciertos aromas “ahumados” al plato. Pero quizás sea aún más notable la función del propio pote, cuya forma ancha y redondeada permite una cocción uniforme y lenta de todos los ingredientes sin necesidad de remover o incluso de añadir cada ingrediente en tiempos distintos. Generalmente, en los potajes las verduras, las legumbres y las carnes se añaden de una vez y se dejan cocer todos juntos durante al menos un par de horas.

 

Características, uso e historia del pote

Pote gallego

Como ya hemos mencionado, el pote se suele colgar de una cadena (gramalleira) sobre el fuego en los hogares tradicionales gallegos (lareira). En otras ocasiones los de tres patas se sitúan directamente sobre el fuego en el hogar o en otros emplazamientos adecuados. Tanto los recipientes como estas formas tradicionales de usarlo son característicos de todo el noroeste peninsular, especialmente en Galicia y Asturias, y han dado lugar a los nombres de platos tradicionales “pote gallego” y “pote asturiano”.

Estos enseres, además de ser recipientes circulares y muy anchos, se hacían tradicionalmente de hierro fundido, lo que confería un sabor característico a los platos que en él se cocinaban. Al parecer los potes de hierro se comenzaron a usar hacia finales del siglo XVIII, generalizándose su uso durante el siglo XIX, y sustituyendo a los anteriores calderos hechos de cobre y hierro.

Pero la característica más “primitiva” de los potes no es el material con el que se fabrica, sino su forma. Varios hallazgos arqueológicos han encontrado recipientes cerámicos con formas casi idénticas a la de los actuales y también con las tres patas a modo de trípode para cocinar sobre la lumbre. En la Península Ibérica se han encontrado este tipo de recipientes en restos de la cultura argárica (entre el 2200 y 1550 a. C.), una de las sociedades de mayor relevancia en la historia del Mediterráneo occidental.

A lo largo de la historia los potes han cambiado y evolucionado de forma pareja a las sociedades y a las costumbres culinarias, quedando su uso relegado de forma más común al noroeste peninsular. El pote gallego y el asturiano son platos de origen humilde, tradicionales y con una larga historia.

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