Tras un meticuloso estudio sobre 167 olivos gallegos milenarios, el VIOR, siglas que pertenecen al Grupo de Viticultura, Olivo y Rosa, ha detectado 20 olivos autóctonos de Galicia. Se trata de un importantísimo hallazgo para la agricultura gallega por las oportunidades a futuro que ofrece.
Proyecto de investigación: “Caracterización y recuperación de variedades autóctonas de olivo de Galicia”
Todo comenzó entre el año 2011 y el 2012. En aquel entonces el CDTI contaba con un proyecto cuyo objetivo era dar a conocer el gran valor culinario y para la salud de varios productos gallegos, como son el mejillón, el aceite de semilla de uva, el vino, el aceite… A aquel proyecto se le pidió que estudiasen con más profundidad sobre el aceite de semilla de uva y, a cambio y al darse cuenta del potencial de los olivos gallegos, ellos le pidieron al CSIC que estudiase el olivar gallego. Tras seis meses de estudio, se percataron de que tenía un gran potencial, abriéndose un nuevo proyecto a cargo del que entonces se llamaba Grupo de Viticultura de Misión Biológica, perteneciente al CSIC, y a cuyo proyecto llamaron Caracterización y Recuperación de Variedades Autóctonas de Olivo de Galicia. Dicho proyecto comenzó su andadura en el 2012 y hasta ese momento no existía ningún estudio sobre el olivar autóctono gallego, más allá de algunas anotaciones antiguas.
En el año 2016, se llega a la primera Declaración de Material Vegetal, aportando los datos diferenciadores de las variedades encontradas hasta ese momento.
En el año 2017 llega el primer hito de gran relevancia: el reconocimiento de las dos primeras variedades de olivo autóctonas de Galicia: la Brava Gallega y la Mansa Gallega. Este reconocimiento permitió la multiplicación a través de una “licencia de explotación de planta CAC” de dichas razas a 5 viveros pertenecientes a la asociación de viveristas de Galicia. Estos viveros fueron: Costa de Lógaras, A Revolta, Vedo, José Antonio García y A Man de Prado.
También en el año 2017, la Fundación Juana de Vega, valorando la oportunidad que podría abrirse al agro gallego, decide financiar el proyecto con fondos propios, constituyendo una enorme aportación para la consecución de tan valiosos resultados, como son la identificación de nada menos que 20 olivos autóctonos y la recuperación y multiplicación de los mismos.
Fases del proyecto
El proyecto de Caracterización y recuperación de variedades autóctonas de olivo de Galicia ha sido desarrollado en siete fases diferenciadas. Para ello ha contado, como ya indicamos, con el apoyo financiero de la Fundación Juana de Vega y también por dos asociaciones directamente relacionadas con el olivo: la Asociación de Productores de Aceite y Aceituna de Galicia (APAG), cuyo objetivo es la defensa de los intereses del sector olivarero, la promoción de la plantación de olivos y el asesoramiento a las personas asociadas; y la a Asociación de Viveristas del Noroeste (ASVINOR), creada por empresarios productores de plantas ornamentales, frutales y forestales con el fin de defender los intereses de profesionales asociados.
En concreto las fases son las siguientes:
Fase 1: Buscar datos históricos, revisar bibliografía, y todo tipo de referencias escritas sobre el olivo en Galicia. La cantidad de información es escasa, pero la encontrada fue muy interesante. La búsqueda se hacía tanto de forma general como enfocada a posibles nombres de variedades existentes en el pasado y que pudieran haberse perdido con el paso de los años. También se prestó especial atención a las formas de cultivo y posibles referencias a aceites u olivas utilizadas en el pasado, al igual que a los lugares de donde provenía dicha información, dando paso a la segunda fase.
Fase 2: Trabajo de campo en el que se entrevistaba, in situ, a la gente de cada zona identificada como posible productora de olivos. Se buscaba el conocimiento transmitido oralmente de padres a hijos, de forma que se entrevistaba a las personas de mayor edad y a aquellas relacionadas con el agro o que hubiesen pasado desde su infancia en la zona. Las preguntas, al igual que en la fase primera, iban dirigidas a conocer posibles olivos existentes en su radio de acción, los nombres que por los que conocían la variedad de esos olivos, aunque éstos ya no estuviesen. Una fase ésta muy laboriosa, pues se visitaron cientos de localizaciones. Cabe destacar, por su relación directa con la temática olivar, las visitas a algunas almazaras y a algunas producciones mixtas de prensa de uva y almazara, de donde se obtuvo mucha información.
Fase 3: Detección de olivos centenarios, llamados senlleiras, en el territorio gallego. El objetivo era encontrar olivos de cierta edad que asegurasen que no habían sido plantados recientemente para evitar cometer el error de catalogar un olivo como autóctono gallego que pudiera venir de fuera o que pudiera haber sido modificado genéticamente. Para ello se descartaron aquellos ornamentales, de fincas privadas o de glorietas, etc. escogiéndose únicamente aquellos que presentasen trazas de llevar mucho tiempo en el lugar, bien fuese porque los vecinos dijeran que llevaba allí toda la vida o que presentasen determinados tipos de musgo, helechos o microplantas o que estuviesen enraizados en lugares que claramente demostrasen que llevaban allí mucho tiempo.
Fase 4: Recogida de muestras en distintos momentos del ciclo vegetativo del olivo. El trabajo consistió en visitar los olivos identificados en la fase tercera en diferentes épocas del año, eligiendo las partes más sanas en cuanto a hojas, aceitunas, flor, etc., con el doble fin de describirlas botánicamente y de cotejarlas con las de otros olivos, como así se hizo en fases posteriores, que a continuación veremos.
Fase 5: Extracción de ADN de las muestras obtenidas y análisis de las mismas. Con un doble objetivo:
- Por un lado, se realiza una “caracterización molecular del olivo”, el ADN se coteja en esta fase con el ADN de alrededor de 1200 variedades de olivos (llamadas variedad testigo) cuyos datos se encuentran disponibles en las diferentes bases de datos mundiales. Este procedimiento se lleva a cabo a través de una serie de marcadores microsatélite que están aprobados mundialmente para demostrar que el ADN de una variedad es diferente, o el mismo, que el de otra variedad.
Esta diferenciación permite dilucidar la veracidad de los nombres dados a los olivos en los diferentes lugares de la geografía. Así, se detectan sinonimias (o sea, que una misma variedad pueda llamarse de formas distintas en diferentes lugares, de forma que ambos nombres se refieren al mismo tipo de olivo y por tanto los nombres son en realidad sinónimos) y homonimias (esto es, que bajo un mismo nombre en realidad la gente esté incluyendo variedades que en realidad son diferentes, de forma que es necesario dar otro nombre a alguna de las variedades que, a nivel popular, se creían iguales). - Por otro lado, se trata de dar aplicaciones del análisis del ADN en el olivo; se realiza un mapeo genético del mismo, se hace un primer análisis de algunas peculiaridades del olivo a través de las QTLs con el fin conocer si el enraizado es bueno o si cuenta con un sabor especial y diferenciador que pueda aportar valor al olivo, etc.
Fase 6: Descripción botánica. Con el fin de probar que una variedad es autóctona, es necesario diferenciarla de todas las demás variedades existentes en el mundo. Para ello existe una organización mundial llamada UPOV (Unión Internacional para la Protección de Obtenciones Vegetales), la cual provee de unos parámetros que son utilizados a nivel mundial para describir las distintas variedades de vegetales, entre las que se encuentran los olivos. Estos parámetros se envían en unas fichas específicas que han de ser devueltas con toda la información que se requiere. Esta es una fase fundamental en la demostración de que una variedad de olivo es autóctona y es, junto con la fase de análisis del ADN, la que precisa de un mayor conocimiento de los olivos, entrenamiento y experiencia. Es necesario describir de forma clara, detallada y diferenciadora todos los aspectos del olivo en diferentes épocas del año: hojas, olivas, huesos, colores, tamaños, formas, etc. Una descripción errónea de una variedad podría acarrear graves consecuencias por, por ejemplo, tratar de registrar una variedad autóctona cuando en realidad no lo es, o pensar que una variedad es igual a otra ya existente, cuando en realidad podría ser diferente y se perdería para siempre.
Las fichas de descripción deben ir acompañadas de pruebas vegetales, en concreto son 8 ejemplares de cada variedad. Para ello se recogen muestras que han de estar totalmente sanas. Para ello se analizan en busca de virus, bacterias u hongos, para así asegurar que están libres de los mismos. Ha sorprendido a los componentes de la MBG la enorme calidad de las muestras extraídas de las diferentes variedades de olivos por su buen estado sanitario.
Fase 7: Comparación con el resto de variedades para demostrar el carácter autóctono de las mismas. Como ya adelantábamos en la explicación de las fases 5 y 6, tras el análisis del ADN y la descripción botánica, se han de cotejar con las ya existentes, un arduo trabajo necesario para obtener el registro de dichas variedades y la consiguiente protección a nivel comunitario (Comunidad Europea).
¿Cuáles son las variedades autóctonas de olivo gallego encontradas?
Como comentábamos, se han encontrado 20 variedades autóctonas en Galicia. Se ha comenzado el proceso de Protección Comunitaria de las Obtenciones Vegetales (PCOV) para 11 de ellas. Las variedades autóctonas de olivo en las que se ha iniciado el PCOV son:
- Brava Gallega
- Mansa Gallega
- Brétema
- Carapucho
- Carmeliña
- Folgueira
- Hedreira
- Maruxiña
- Santiagueira
- Susiña
- Xoana
Las otras 9 variedades están en procesos previos, por diversas razones, entre las que se encuentran las dificultades de enraizado de algunas de ellas, lo que hace más complicado obtener muestras para llevar a cabo el proceso.
La problemática de los nombres de los olivos gallegos
Tal y como hemos comentado, al contrario que sucedió en las uvas, no se conservan los nombres de las olivas autóctonas de Galicia, por lo que, en el proceso de registro y protección, es necesario adjudicar un nombre a cada variedad identificada que no lo tuviera ya. Las olivas Brava Gallega y Mansa Gallega son casos excepcionales, ya que sí tenían nombre, si bien bajo estos nombres existían, en realidad, diferentes variedades, por lo que eran homonimias que había que resolver, diferenciándolas y otorgándoles nombre a las que no lo tuviesen.
Existe una normativa específica respecto a los nombres que era necesario cumplir. Además, era necesario, o al menos deseable, que los nombres tuviesen una clara relación con Galicia. Se han decidido estos 11 nombres, por el momento. Y cada nombre tiene su historia y su porqué.
Próximos pasos
El proceso que va desde la identificación de una variedad autóctona hasta llevar un litro de aceite de esa variedad al mercado es extremadamente largo. No olvidemos que estamos hablando de especies vegetales leñosas de lento crecimiento, lo cual alarga los plazos enormemente en comparación a una herbácea.
Paralelamente a la descripción de las variedades, se llevó y se está llevando a cabo un proceso de multiplicación por estaquillado (en cámara de cultivo). Pero la multiplicación es lenta, y la demanda de olivos ya registrados está superando con mucho a la oferta. Por ello está previsto un proceso de multiplicación in vitro, que es más productivo. Para ello existe un proyecto “GO Xunta de Galicia” que liderará la propia Fundación Juana de Vega y en la que participará la organización Ouro de Quiroga, Cultigar y la propia Misión Biológica de Galicia.
Por otro lado, existe un convenio con el Olivar de la Concordia, que ha cedido una serie de parcelas para experimentar con las diferentes variedades. La idea es plantar varios individuos de cada variedad, de forma que se pueda obtener aceitunas suficientes de cada una de ellas para hacer pruebas de calidad de los diferentes aceites que se extraigan de esas aceitunas. Actualmente las catas organolépticas (o análisis sensorial) de estos aceites son muy complicadas, ya que los olivos de una misma variedad se encuentran muy dispersos, en diferentes suelos, diferentes climas, por lo que no son fácilmente comparables.
Conclusión
Si bien es difícil predecir el futuro, es evidente que Galicia es extremadamente rica en variedades autóctonas de olivo. Contar con 20 variedades de esta leñosa convierte a esta comunidad en una de las regiones más prolíficas, si no la que más, del mundo. Queda un largo camino por recorrer, pero es un camino que recuerda al transcurrido con el de las vides hace entorno a 35 años y que ahora estamos viendo en la reputación de nuestros vinos a nivel mundial. Un camino que hace soñar con un futuro esperanzador para el campo gallego.
Hay aspectos muy interesantes que se desprenden de los estudios ya realizados que demuestran que es posible extraer aceites no sólo de muy alta calidad, sino también muy distintos a los existentes actualmente en el mercado y con sabores muy especiales. Esperemos que así sea.
4 comentarios
Hola .Yo tengo un olivo que según me cuentan fue plantado antes de la guerra civil.Mi abuelo decía que lo planto uno que se fue durante la guerra.Si os interesa echarles un vistazo yo estaría encantado de atenderos.
Buenos días Jesús.
Si tiene un olivo secular, podría ser interesante que se ponga en contacto con la Misión Biológica de Galicia. Cuenta con la información en el siguiente enlace: MBG
Buenas tardes: en estos días de diciembre, con vientos tremendos se nos arrancó un olivo( o acebuche?) De cuajo! Estamos intentando recuperarlo pero hubo qe cortarle las ramas y parte de las raíces para intentar conservarlo. Lo qe si es seguro estaba ahí antes de la guerra. Le qedan algunas raíces en el cepellón, todavía no conseguimos levantarlo. Secará?
Hola Ángela.
Los olivos son árboles duros y duraderos. No es posible saber si resistirá. Dependerá de si las raíces han sufrido mucho. También podría suceder que se seque alguna parte del olivo y otras sigan vivas (lo hemos visto en otros ejemplares). El tiempo lo dirá. Pueden apuntalarlo para que no vuelva a caer. ¡Mucha suerte! Siempre da pena perder un árbol centenario singular (también llamado “senlleira”).