Los furanchos, también en invierno
Los furanchos, o loureiros, son establecimientos estrechamente ligados a la tradición vitícola y vinícola de Galicia, y representan el gusto que tenemos los gallegos por un buen vino de la casa, como un albariño o un barrantes, y por la buena comida, que si también es casera mejor que mejor.
Las ramas de laurel que señalan la presencia de un furancho, que generalmente ocupan los bajos de las casas de los propietarios, se empiezan a ver, por lo general, hacia finales de la primavera, y la temporada furancheira continúa hasta finalizar el 30 de junio.
Desde el año 2012, los furanchos gallegos están regulados por el Decreto 215/2012 de la Xunta que establece el inicio de la temporada el 1 de diciembre y su finalización el 30 de junio, aunque de forma excepcional se puede prolongar hasta el 31 de julio como máximo. Asimismo, este año se ha permitido en varios municipios a los furanchos abrir durante el verano como medida excepcional ante la situación que la pandemia de covid-19 ha provocado. En cualquier caso, dentro de la temporada anual, cada furancho puede abrir sus puertas durante un máximo de 3 meses en el periodo que los propietarios decidan.
La mayoría de ellos eligen los meses de más sol y calor, generalmente abril, mayo y junio, pero no siempre es así. Algunos establecimientos prefieren abrir sus puertas cuando el resto aún están cerrados, y es por ello que en las principales zonas “furancheiras” de Galicia, como el Valle del Salnés, las comarcas del Baixo Miño y del Rosal, el entorno de Soutomaior o Betanzos, entre otras, podemos encontrar furanchos abiertos durante casi todo el año.
Al fin y al cabo la finalidad de estos locales es vender sus excedentes de vino, que pueden permanecer en las bodegas varios meses, y algunos propietarios prefieren abrir sus puertas en el plazo más breve posible después de que la vendimia haya finalizado. Además, muchos clientes prefieren disfrutar del vino en cunca y un buen plato caliente de comida casera en invierno. ¿Acaso no es un auténtico placer culinario disfrutar de unos buenos callos con garbanzos o una tortilla recién hecha en los días lluviosos y cuando el frío aprieta?
Algunos de los tradicionales loureiros se han convertido en locales de restauración habituales, es decir, en restaurantes que pueden abrir todo el año como cualquier otro. Muchos de ellos han optado por mantener intacta la “esencia furancheira”, ofreciendo vino casero (también en cunca) y tapas tradicionales a precios muy económicos, manteniendo la decoración y distribución habitual del local, e incluso manteniendo la clientela habitual que acude por la calidad de su vino, o porque alguna de las tapas es la mejor de la zona, o simplemente por su ambiente agradable y familiar y porque es donde se encuentran vecinos y amigos.
Los loureiros reconvertidos a restaurantes ofrecen por lo general una carta más amplia y variada que los furanchos tradicionales (que tienen restricciones contempladas en el Decreto 215/2012). Además suelen variar las tapas y raciones según la época del año, ofreciendo platos de invierno como el cocido, el lacón con grelos o la carne ó caldeiro y platos más de verano como los pimientos de Padrón, los chinchos o las xoubas. En cualquier caso, son establecimientos de comida casera y típica de Galicia.
Así que, tanto si eres un amante de la cocina gallega o un visitante ávido de degustar nuestros platos tradicionales, en las zonas “furancheiras” de Galicia encontrarás multitud de restaurantes y loureiros que harán las delicias de cualquiera. Visitar estos establecimientos es la mejor opción para empaparse de pura esencia galega, no solo por los platos tradicionales y el vino casero, sino también por el ambiente y la tradición que en ellos se respira.