Ruta del Río Belelle
Coruña NedaInformación sobre Ruta del Río Belelle
La ruta del río Belelle es circular y fácil de seguir por tratarse de un camino único en su primer tercio, ser muy intuitiva en el segundo y por estar bien señalizada en el tercero. Pero se recomienda prestar especial atención en algunos puntos que explicaremos más adelante y estar atentos para no pasarse ninguna señal. La ruta tiene una dificultad media. Transcurre por caminos suficientemente anchos y, aunque en algún punto se ha de tener cuidado para no dar con los huesos en el suelo por algún resbalón, no tiene zonas de grandes caídas. No se trata de una ruta de montaña, si no de bosque o de fraga, por lo que, aunque en alguna zona tiene considerables pendientes, no es necesario trepar ni tiene grandes caídas.
PRG-16 Ruta del río Belelle
La ruta del río Belelle es circular, de unos diez kilómetros de longitud, y no se debe confundir con la ruta de la fervenza do Belelle, a la cual contiene, y que es una pequeña ruta, más bien un paseo, de alrededor de kilómetro y medio y que lleva únicamente hasta la cascada.
Realmente la ruta que pasamos a describir a continuación es parte de una ruta mayor, la PRG-16, que abarca un recorrido de unos 20 kilómetros. Nosotros describiremos la parte que recorre la fraga (unos diez kilómetros), la cual, aunque no cuenta con una protección jurídica específica, sí está protegida de forma general por ser cuenca de río. En Albariño.com opinamos que se debería proteger de forma específica dado su valor natural y paisajístico, y dada la proliferación de eucaliptos invasores que amenazan las especies autóctonas que la hacen tan especial.
Nosotros recorrimos esta ruta a principios de Otoño, por lo que en las fotografías se observa que aún se mantienen las hojas en los árboles, aunque ya algunos de ellos presentan tonos marrones, rojizos y ocres y el suelo ya tenía un pequeño manto de hojarasca. Es quizá una de las mejores épocas para recorrerla y disfrutar de la naturaleza. Recomendamos visitarla en un día claro, tras algunas jornadas de lluvia. Aunque el terreno será más resbaladizo y será necesario tener más cuidado, la ruta gana puntos pues el río Belelle llevará más agua y la cascada será más espectacular. también las zonas de la ruta cercanas al río ganarán en belleza.
Comienzo Ruta de Belelle

Es obvio que, al tratarse de una ruta circular, ésta puede comenzarse desde cualquier punto de la misma hasta el que se pueda acceder. Podría comenzarse desde el punto más elevado para comenzarla en bajada, por ejemplo desde la iglesia de Viladonelle, pero nosotros preferimos la que comienza en el Pazo de Isabel II, en O Roxal, en Neda, frente al que hay un aparcamiento perfecto para dejar el coche. En el ratito que los componentes de la expedición se preparan para la caminata, se puede ver desde fuera el pazo, en situación hoy de semiabandono, que en su momento, inaugurada en 1844, fue fábrica textil y que tiene un gran valor arquitectónico.
El inicio de la ruta ya deja entrever el valor natural de la fraga por la que transcurre pues, aunque los orígenes van sobre terreno asfaltado para facilitar el acceso a la antigua central eléctrica que se erige como puerta de entrada a la cascada, colinda con un río Belelle aún medio aturdido por la caída que acaba de experimentar, pero que no por ello deja de regar a un bosque de castaños, setas, helechos y otras muchas especies vegetales autóctonas.
Y hablando de setas en Galicia, creemos muy importante nombrar el, hasta 2025, único parque micológico de Galicia, que forma parte de la Asociación Micolóxica Viriato. Este parque micolóxico está ubicado en un antiguo molino rehabilitado que se sitúa a manderecha en sentido de la marcha.
Central eléctrica

Dejando atrás el citado molino, sigue un breve paseo en leve descenso, y bajo una lluvia de húmedas hojas desprendidas por alguna ráfaga de viento otoñal si así se da la oportunidad, hasta arribar a un gran edificio, al otro lado del río, que se deja ver entre el ramaje. Se trata de la central eléctrica de Belelle, la cual da sentido al canal por el que baja el agua del que luego hablaremos. Este agua, bajando a gran velocidad por la empinada pendiente en línea recta y que nosotros subiremos en zig-zag para amortiguarla, es la que mueve las turbinas que transforman en electricidad el movimiento, para abastecer parte de la demanda que de ésta hace Ferrol y sus alrededores.
Salto de agua.

Tras pasar por encima un pequeño puente que nos lleva a la orilla contraria del río, nos encontramos en un primer cruce de caminos que puede llevarnos a ver distintos sitios y que, por la corta distancia que nos obligan a recorrer y por merecer la pena el esfuerzo, recomendamos recorrer. El primero de ellos es el más cercano al río, y transcurriendo el camino con una tubería en medio, llega hasta un salto de agua artificial. Una cascada que bien puede provocar una decepción si se piensa que es la fervenza pero que, no siendo así, bien puede servir de aperitivo como sensación sensorial. Humedad, colores, movimiento y sonido se entremezclan haciendo de introducción a la ambientación que continuará en los siguientes instantes.
Se ha de regresar al camino principal para tomar la segunda salida, también hacia la izquierda y un poco más arriba que la anterior. Este camino es poco más largo que el anterior y, llegando al final del mismo se comienza a visualizar entre carballos y castaños la, ésta sí, Fervenza de Belelle. Una de las más bonitas de Galicia por su situación, por su altura y por las infinitas formas que el blanco agua dibuja en su precipitación a un vacío que no es tal, sino pozas que va llenando y vaciando al unísono. Un blanco que destaca sobre la angulosa piedra oscura, salpicada de musgos y líquenes, resbaladiza, amenazante.
Es posible llegar, aunque no es recomendable y de hacerlo se deberá mover con enorme precaución, hasta las cercanías de la base, donde el agua se convierte en gotículas por el impacto contra la roca, casi se vaporiza, y empapa al visitante, como si de un orballo horizontal se tratase. Es desde este punto de vista desde donde mejor se aprecia la altura de la cascada de Belelle.
Cascada de Belelle

Podríamos estar ahí durante horas, admirando el paisaje y dejándonos llevar por los sonidos y los olores a vegetación húmeda, a bosque profundo, a naturaleza. Pero hemos venido a caminar y a acabar la ruta, por lo que desandamos el camino para llegar al principal y comenzar la subida.
Subida, como decíamos, en zig-zag, con un firme duro preparado para evitar resbalones, aunque algo desconchado ya por el tiempo. Un pequeño merendero da la bienvenida a aquellos que deseen parar un rato a beber un trago de agua o simplemente a guarecerse de un posible aguacero. Es de madera, con vistas a la catarata y tiene donde sentarse. Quien haga la ruta en sentido contrario, podrá disfrutarlo como zona para el almuerzo, antes del regreso al coche. Pero nosotros lo dejamos atrás por estar muy cercano al inicio de la ascensión.
Merendero

El camino se estrecha, y vuelve a ensanchar, pero siempre hacia arriba. Las xestas nos rozan, traspasando su humedad a nuestras ropas. Algunas telas de araña se nos pegan, indicándonos que somos los primeros visitantes del día. Una delicia. La soledad buscada en el bosque es un regalo para nosotros. Las arañas están ausentes, gozando de sus nuevos refugios, y de darse a conocer son depositadas sin daño alguno sobre el siguiente matojo. Ellas no nos dañan tampoco.
Continuamos la ascensión a buen ritmo, rompiendo a sudar y tirando del resuello. El cuerpo ya está activado y nos premia con una pequeña dosis de dopamina. El cerebro viaja entre el presente y lo imaginado, se oxigena, da solución a algunas incógnitas y ayuda a tomar decisiones. La de más corto plazo: llegar arriba.
Canal de Belelle

El canal de agua de Belelle nos da la bienvenida con un tramo con una leve pendiente, casi llano, y nos acompaña durante la siguiente fase del recorrido. Es posible, si se desea, subir por algunos escalones metálicos por los que se accede a una pasarela que nos ayuda a pasar algunos tramos del camino en mal estado, que están así por bajantes de agua. Estas pasarelas tienen salida al otro lado, por lo que no hay que desandarlas.
Distinto es cuando llegamos a algunos tramos en los que la orografía del terreno nos impide el paso en línea recta. El canal pasa por debajo de la roca, por una serie de túneles, pero nosotros hemos de rodear a aquella, y para ello, y porque antiguamente era muy resbaladizo, han dispuesto unas barandillas y unos escalones. Se baja y se sube, o se sube y se baja, en función de si el obstáculo se pasa por arriba o por abajo. Parece un trabalenguas, pero llegado el momento se entenderá a la perfección lo que se trata de decir.
Desvíos

Unos desvío por abajo, otros por abajo, y otros… ¡Por el medio!.
Cueva de Belelle

Tras pasar el pequeño túnel, continuamos la marcha muy pegados al río, hasta llegar a un graderío y a una compuerta que, creemos, permite el paso del agua hacia un lado o el otro, pues si hay demasiada podría inundar la zona. No sabemos el porqué de esta forma en graderío, seguro que los ingenieros tienen sus razones, pero deja una curiosa forma. Quizá futuras subidas de pendientes nos den la respuesta. Lo que es seguro es que se ha de traspasar, llegando al otro lado de este murito artificial, para continuar la ruta.
¿Cómo traerían todo ese cemento hasta aquí? Posiblemente en mulas, lo que es seguro es que lo trajeron desde arriba.
Graderío

El camino sigue suave, junto al río, dejándonos nuevos retazos de pura naturaleza únicamente interrumpida por una señal que prohíbe el baño, y éste también está siendo integrado en la naturaleza, como puede apreciarse en la siguiente fotografía. Sus razones tendrán para la prohibición. Posiblemente sea peligroso. Quizá una fuerza de succión hacia el canal cuando abran la compuerta. Es preferible hacer caso e ir a bañarse después a alguna playa de la comarca.
Prohibido el baño

Sea como fuere, nosotros no nos bañamos, evidentemente, sino que tan solo nos reímos de los chistes, la mayoría malos, de lo que nos sugiere el cartel y la posterior garita de ladrillo y cemento que parece el peaje para el paso del puente que nos devolverá a la margen del río de la que partimos. No vimos a Caronte. Menos mal porque no llevábamos efectivo. Quizá tuviese TPV. Quizá no fueron esos los chistes exactamente, pero algo por el estilo.
Puente sobre el río.

El camino requiere algo más de concentración ahora. No mucha más, pero se pierden las señales. El objetivo se centra en llegar a la iglesia del pueblo de Viladonelle. Se llama Viladonelle, pero bien podría haberse llamado Viladobelelle. Quizá la economía en el lenguaje haya acortado el nombre con el paso del tiempo, quizá exista algo característico que se llame Nelle.
Se trata de seguir el camino, bajar una larga cuesta asfaltada y meterse por caminos que dan acceso a fincas y casas, como el de la siguiente fotografía.
Camino hacia Viladonelle

Tras llegar al pueblo, pueden verse nuevas señales. Hay que seguir las hechas en madera y que ponen Mirador de Viladonelle. La primera nos desvía hacia la iglesia, una capilla muy bonita que a nuestro paso estaba cerrada, por lo que no pudimos hacerle fotos por dentro, pero sí por fuera. Se ve desde lejos gracias a su campanario y a un roble solitario de gran porte.
Iglesia de Viladonelle

Tras la iglesia, en cuyas inmediaciones se puede reposar un rato, por ejemplo en un banco bajo un gran tejo que está enfrente de la puerta de la iglesia, hay un desvío hacia el mirador de Viladonelle. Es importante estar atentos, ya que la señal no está muy bien puesta, a nuestro modo de ver, y es fácil no verla si se va distraído entre las amenas charlas que surgen cuando se sabe que el final de la ruta está cerca. Ponemos una foto para evitar que se continúe, pues después todo son lamentos, ya que hay que subir lo bajado.

Entre eucaliptos nace un sendero resbaladizo que nos lleva al mirador de Viladonelle. Un pequeño mirador de madera situado estratégicamente para ver en todo su esplendor la Fervenza do Belelle. Es es este momento en el que nos percatamos de lo acertado de la época del año. Árboles autóctonos preparándose para el duro invierno y, entre ellos, el blanco espumoso del agua quebrada por las rocas. Un espectáculo paisajístico y la excusa perfecta para reponer líquidos, descansar y sacar alguna fotografía, a sabiendas de que el final de la ruta está cerca y que podemos permitirnos dejar pasar el tiempo y grabar este momento para siempre en nuestra memoria, en nuestras retinas y, por qué no, en formato digital.
Mirador de Viladonelle

No queda más que un tramo breve, pero muy empinado, eso sí. Es recomendable apoyarse en los árboles para no caerse. Abajo llegamos a la carretera de la que partimos, y no ha más que llegar hasta el aparcamiento frente al pazo de Isabel II, donde estará esperando nuestro vehículo para la vuelta al hogar, con una muesca más en nuestra vara de rutas y un recuerdo indeleble.
Galería de fotos
Encuéntrelo en el mapa
Su ubicación
Aldea Camiño da Fervenza 9, O Roxal
Latitud:
43º 29' 35.9" N (43.493305)
Longitud:
8º 7' 27" W (-8.124167)
Lo que ofrece Ruta del Río Belelle
Fraga de Belelle y mirador de Viladonelle
La fraga del río Belelle es de gran interés natural y paisajístico. Un lugar idílico donde el río se funde con la vegetación autóctona en un escondido valle entre montañas. Una réplica en pequeño de la cercana fraga del Eume. Cuenta también con una antigua central eléctrica en lo más profundo del valle, ésta aún en funcionamiento. Un pequeño paraíso de bosque viejo del que apenas quedan algunos testimonios en toda la provincia de A Coruña. Creemos que sería necesario preservarla del ataque de especies foráneas, cuyo máximo exponente es el eucalipto pero que existen otras.
El mirador de Viladonelle es un lugar desde donde admirar esta fraga en casi su total extensión e, igualmente, pensamos que debería ser recuperada para constituir un todo y que no sea tan solo una de las vertientes la que sea de admiración.
Ficha técnica de Ruta del Río Belelle
| Nombre Completo | Ruta del río Belelle |
| Dirección | Aldea Camiño da Fervenza 9, O Roxal |