Ruta de A Marronda e Alto Eo

De dificultad media o media-alta, la ruta de A Marronda e Alto Eo no está hecha para principiantes. La suma del considerable desnivel del terreno, la longitud de la propia ruta, algunos puntos en los que estar atentos para no hacer algún tramo de más y la dificultad para llegar a un lugar habitado de una forma rápida o cómoda, hace que esta ruta sea más arriesgada que la dificultad de la misma. Sin embargo, la ruta no entraña problemas en cuanto a peligro de caídas desde lugares elevados. Salvo que se realice con fenómenos meteorológicos adversos, como nieve o mucha agua que empape o haya empapado los caminos, el terreno es firme. Para aquellos acostumbrados a rutas exigentes, es una ruta recomendable por su variedad paisajística.

PR-G 145 Ruta da Marronda e Alto Eo

Hicimos la ruta un soleado día de invierno, entre semana y no festivo, por lo que no nos encontramos más que a una persona que vivía en una aldea apartada. Una persona solitaria que apenas nos concedió unas palabras.

A modo introductorio, cabe decir que la actualmente llamada Ruta da Marronda e Alto Eo (estrictamente la PR-G 145), poco tiene que ver con A Marronda, ya que realmente no la atraviesa y tan solo se pasa bordeándola durante unos pocos metros. Sí se puede observar la fraga, y su inmensa arboleda, desde la cima de algunos repechos. Porque A Marronda es una fraga protegida como “ZEC” (Zona de Especial Conservación), perteneciente a la Red Natura, y es que pocos lugares existen con un bosque autóctono gallego como el de A Marronda.

La ruta actual es una escisión de una antigua gran ruta, la GR-1, que tenía más de 60 kilómetros de longitud y que sí pasaba por el corazón de A Marronda, pero actualmente, precisamente por la protección del paraje y por la necesidad de acortar el trayecto, “tan solo” cuenta con 22 kilómetros de distancia y con un desnivel de unos 865m (tanto positivos como negativos, al ser circular). Por tanto, y como ya dijimos, no es para principiantes. Evidentemente dependerá del ritmo de cada cual para darle fin a la ruta, pero teniendo en cuenta esto datos podemos dar como tiempo medio estimado unas 7 horas. Por tanto, no recomendamos hacer la ruta en invierno ni con condiciones adversas, ya que las horas de sol son escasas y la oscuridad puede cernirse antes de tiempo por estar en un profundo valle rodeado de altos montes, por niebla o por lluvia.

Si bien existen muchos cruces y un sinfín de pistas por donde meterse, un punto positivo a tener en cuenta es que la ruta está muy bien señalizada (línea amarilla y blanca). En caso de tener duda en alguno de los cruces, es fácil saber si vas bien, pues deberás encontrarte con alguna señalización pocos metros después. En caso de que no encuentres señalización rápido, lo más probable es que te hayas equivocado de sendero. Es, pues, difícil perderse.

Pasamos a describir la ruta, no sin antes indicar que, aunque parezca una obviedad, la ruta, al ser circular, se puede hacer en un sentido o en otro y se puede iniciar en diferentes lugares. Pero se ha de tener en cuenta la concentración de la subida y el momento en que acometerla. La subida más pronunciada y larga va desde Cortevella hasta Mendreiras (si la ruta se empieza por el este y se termina por el oeste).

Nosotros comenzamos en San Paio y fuimos de oeste a este. Las fotos que veréis son invernales, ya que la realizamos a finales de esta estación, ya con bastante tiempo de luz.

Existe poco antes de llegar a San Paio un aparcamiento donde dejar el coche, pero, en caso de que no haya gente, aconsejamos dejar el coche en algún lugar que no moleste en el propio San Paio (se ha de dejar paso a posibles tractores). De esta forma nos ahorraremos un camino de unos 500 metros (de ida y otros tantos de vuelta) por asfalto. La ruta comienza en un punto elevado del propio pueblo al que se llega tomando la primera a la izquierda. Un primer repecho que sirve como advertencia a lo que se viene.

Como hemos dicho, la ruta está muy bien señalizada, por lo que no nos parece interesante pararnos a describir cada decisión en cada cruce. Sólo nos pararemos en aquellos que nos haya parecido que pueden generar dudas. En este caso se ve muy claro el inicio de la ruta, ya que cuenta con un cartel indicando el sendero por donde se ha de comenzar.

La subida inicial nos coge con los pulmones achicados, algo que retrasa un poco la marcha para tomar aire y habituarse a la exigencia del terreno. Cogido el ritmo, la subida se hace más llevadera, si bien las rampas no cesan y apenas ofrece descanso. El camino en estos primeros (y segundos, y terceros compases) se realiza entre pinos. Es un buen trecho.

Llegando arriba es cuando los pinos van desapareciendo poco a poco, por el lado izquierdo, y abruptamente por un prado que parece ser para ganado, por el derecho. La xesta y el tojo se abren paso como vegetación más abundante para dar el relevo a árboles de hoja caduca: pequeños carballos autóctonos, en su mayoría. Es desde esta cima desde donde podemos observar la masa arbórea de A Marronda. Merece la pena observarla un rato y prometerse que en otra ocasión la visitaremos, esa vez viendo sus entrañas y no únicamente la piel externa. Ambas opciones merecen la pena.

Tenemos ya próxima la bajada, pero no sin antes experimentar un par de amagos del terreno que nos hacen retomar la senda alcista, como la buena tendencia en bolsa cuando se está largo. Llegamos así a una pequeña aldea que se encuentra en el alto (o eso pensamos, pues como veremos no es así). Se trata de Mendreiras. Pocas casas, al menos una habitada, otra con panales; dos perros con más miedo que nosotros (mejor llevar un palo defensivo y amenazante, por si acaso); un señor. Éste nos dice que no nos vende miel porque los panales ya no están en funcionamiento y no tiene ya abejas ni miel. Nos dice también que los perros no muerden y que tiene que seguir cortando leña. Cabizbajos y afligidos por no llevarnos algo más que meternos en el cuerpo de aquel lugar, y decimos “más” porque algo sí nos traemos en el cerebro para poder escribir estas líneas, continuamos la marcha. Qué sorpresa nos llevamos cuando, poco más allá, nos encontramos con una moderna nave, que por cierto no pega en absoluto con el entorno, dedicada a la venta de miel de la zona. Desafortunadamente estaba cerrada.

Como decíamos, Mendreiras parece estar en un alto, pero al avanzar nos ofrece una última y empinada sorpresa antes de comenzar la bajada. Desde ahí arriba las vistas son espectaculares. Se abren más de 180 grados gracias a la baja vegetación, la cual cambia de forma radical. También cambia el terreno, haciéndose más pedregoso, lo cual incomoda la bajada. Parece como si iniciásemos otra ruta, como si cogiésemos un ascensor que nos llevase a otro lugar (ya hablaremos de ascensores). Nos coge de sorpresa y ésta es buena. El camino transcurre “cresteando” por un cordal con vistas a diestra y siniestra y también al frente, pues la bajada se hace muy pronunciada (recordemos en este punto lo dicho sobre que la mayor subida es de Cortevella a Mendreiras, pues en este caso lo estamos haciendo en el sentido contrario).

Éste es uno de los puntos en los que nos detenemos en describir la ruta. Existe algún sendero extra, pero la ruta transcurre, como ya hemos dicho, por el cordal. Aquí se pierde algo la señalización, pero podremos ver un montículo de piedras en la lejanía a modo de señalización (lo que algunos llaman mojón). A partir de ahí mejor mirar al suelo para evitar resbalones con las piedras sueltas o tropezones con las agarradas. Hay que prefiere bajar, nosotros preferimos subir y esta cuesta es contraproducente para las rodillas con vastos poco desarrollados (nos referimos a los músculos del muslo, por si alguien se pierde en la anatomía humana).

Si bien la pendiente no decae, sí cambia la vegetación mientras estamos concentrados en el firme. Nos introducimos poco a poco en un bosque de castaños centenarios que nos llevan de la mano, como si de “Ents” se tratara, hasta el área recreativa de A Cortevella. Un lugar donde tomarse un merecido descanso, perfecto para comer. Más abajo os describimos con más detalle dicha área. Aquí os mostramos un fotografía de la misma.

Pero volvamos, tras el descanso, a la ruta de A Marronda e Alto Eo. Si bien ya comentamos que por A Marronda se transita más bien poco, por la orilla de la parte alta del Eo sí transcurre esta ruta. De hecho, enfrente de la puerta alta del ascensor, se toma el camino que lleva hasta Cabreira, que es la próxima aldea que veremos, y que irá por la “beira” del EO la mayor parte del tiempo. Al camino que va desde A Cortevella hasta Cabreira se le llama “Senda de los Cazadores”. Ésta sí va por el corazón de la fraga del EO, a ras de río, si bien el camino es un poco “rompepiernas” por las continuas subidas y bajadas. Una fraga en toda regla con un bosque autóctono y un maravilloso sotobosque. Húmedo, sombrío, musgoso y lleno de líquenes. Senda de los cazadores, pero también de los recolectores de castañas, a juzgar por el gran número de corripas que nos encontramos en su trazado. Nos llama la atención poderosamente el gran número y gran tamaño de los troncos de árboles que el río ha ido depositando en la base de otros árboles vivos que han sobrevivido a las crecidas, suponemos que enormes, del río Eo.

Arriba y abajo, abajo y arriba. Así transcurren los siguientes kilómetros, disfrutando del paisaje gallego en estado puro. Aguas limpias deslizándose y haciendo brotar relajantes notas musicales, chocando contra las piedras, naturales unas y colocadas laboriosamente otras, y los troncos de los árboles. Es muy posible que quien haga en verano esta ruta no pueda evitar la tentación de zambullirse en alguna de las pozas de aguas frías y cristalinas del río que tan cerca nace (de hecho nace en Fonteo, en el propio ayuntamiento de Baleira en el que nos encontramos).

De pronto, y tras pasar algún puente de madera que llama la atención por su presunta fragilidad, y más después de ver la acumulación de enormes troncos, el terrenos empieza a ascender de forma abrupta. En este momento debemos de estar atentos, porque al llegar “casi” arriba, existe una señalización que quien vaya un poco despistado pasará por alto. Dicha señal manda salir del sendero, que se ha ido ensanchando poco a poco en los últimos cien metros, para incorporarse a otro sendero, de nuevo estrecho, a la izquierda. Si llegas a un paso estrecho por un cortado entre rocas, es que vas mal. Llegarás a un afluente del Eo y de ahí te quedará una fuerte subida hasta Fórneas. Insistimos, por ahí no es.

Si coges el sendero bueno (cuando pasamos nosotros se veía que había ardido hacía poco) verás más adelante, a unos cien metros, la señalización indicando que vas por el buen camino. Camino que lleva hasta Cabreira, una pequeña aldea de casas de piedra y techos de pizarra, construcción típica de la zona. Siguiendo las señalizaciones nos adentramos de nuevo en zona de bosque y sotobosque. De Cabreira a San Paio, donde tenemos el coche, hay unos tres kilómetros y medio. Pueden parecer pocos, pero las piernas ya van cargadas y el camino se hace largo, quizá un poco menos gracias a la belleza del entorno.

Al que le quede ganas, puede acercarse a una cascada, o fervenza, llamada Pozo da Ferreira. Podríamos poner una fotografía aquí sacada de otro sitio, pero no vamos a mentir; nosotros nos fuimos al coche para ir a tomar un buen albariño.