Los lugares que no te puedes perder en tu visita a la Costa da Morte
Pocos lugares en el mundo conjugan la tradición con la naturaleza, la historia con las leyendas y la arquitectura con el paisaje como la Costa da Morte en Galicia. La “costa de la muerte” debe su nombre a los numerosos naufragios que antaño hubo frente a sus costas y que, lamentablemente, causaron la muerte de muchos marineros. Y es que ciertamente aquí el salvaje Atlántico no perdona, y hasta los más experimentados lobos de mar sienten un profundo respeto por estas aguas.
La Costa da Morte se extiende a lo largo de decenas de kilómetros en el oeste de la provincia de A Coruña, entre las comarcas de Fisterra, Terra de Soneira y Bergantiños. En esta costa se encuentran playas desiertas y ensenadas, acantilados y cabos, como el de Fisterra, Touriñán y Vilán, que penetran en un océano salvaje y agitado. Todo ello conforma un paisaje inconfundible y de gran belleza que se conjuga con pueblos marineros llenos de historias, mitos y leyendas, y donde hombres y mujeres del mar realizan artes y labores milenarias.
El conjunto natural, cultural, histórico y etnográfico de A Costa da Morte son la esencia e identidad de este lugar, y también su principal atractivo. Cada año miles de visitantes de todo el mundo se acercan a estas tierras recónditas bien para disfrutar de paseos sobre acantilados y faros, bien por sus playas, por su interés etnográfico, por su gastronomía, por sus servicios… o bien porque han emprendido el Camino de Santiago de Fisterra a Muxía, una ruta jacobea poco conocida pero ciertamente muy recomendable.
Dedicamos estas líneas a hablaros de los lugares que no te puedes perder en tu visita a la Costa da Morte. ¡Toma nota!
Corcubión
Corcubión es una bonita villa marinera ubicada en la ría homónima, muy cerca de Cee y Fisterra. Es un lugar perfecto para pasear y disfrutar de vistas a la ría de Corcubión y visitar algunos de sus atractivos arquitectónicos. Como el “Castelo do Cardeal” o “Castillo de O cardeal”, una fortificación militar de mediados del siglo XVIII construida para defender la ría en la misma línea que el Castelo do Príncipe en Ameixenda (Cee), el Castelo de San Carlos en Fisterra y el Castillo del Soberano en Camariñas, este último ya desaparecido.
También es visita indispensable el Pazo dos Condes de Altamira, del siglo XV, y la iglesia parroquial de San Marcos, o iglesia parroquial de Corcubión, de los siglos XIV-XV. Esta iglesia, declarada Bien de Interés Cultural, muestra un estilo predominantemente gótico y conserva restos románicos de un templo anterior en la capilla mayor, además de la impresionante imagen de san Marcos da Cadeira, talla gótica de la escuela veneciana de la segunda mitad del siglo XV.
Fisterra
El nombre Fisterra deriva del latín finis terrae que significa el fin de la Tierra, y es que en la antigüedad, cuando se creía que la tierra era plana, la actual Fisterra era considerada el extremo más occidental del continente europeo, es decir, el punto de Europa más cercano al “fin del mundo” e incluso una puerta al Más Allá. Lo cierto es que los acantilados rocosos y el oleaje de esta zona envuelven a uno en sensación de misterio y de leyenda.
El faro de Fisterra se encuentra en el extremo del cabo, a unos 3 kilómetros de la villa, y está abierto al público. En sus inmediaciones todavía se puede topar con algún peregrino que viene por el Camino de Santiago para quemar sus pertenencias personales siguiendo una tradición secular.
Muxía
Muxía es una villa marinera de encanto llena de historia, buena gastronomía, arquitectura religiosa, senderos y naturaleza. En el lugar de Ozón, visita indispensable de los que realizan el Camino de Santiago por la Costa da Morte, se encuentra la iglesia románica de San Martiño de Ozón que cuenta con el hórreo más grande de la zona y uno de los más grandes de Galicia, sólo superado por los de Araño, Lira y Carnota.
Pero en cuanto a patrimonio religioso se refiere, el Santuario da Virxe da Barca es, sin lugar a dudas, el más icónico de Muxía. La iglesia está construida en un cabo, frente al mar, y muy cerca del faro de Muxía. Se dice que aquí es donde llegó la Virgen en una barca de piedra para infundir ánimos al Apóstol Santiago en su evangelio. En las inmediaciones de la iglesia están las piedras “mágicas”, con propiedades curativas y adivinatorias: la Pedra de Abalar (piedra de oscilar), la Pedra de Os Cadrís (piedra de los riñones), Pedra dos Namorados (piedra de los enamorados) y la Pedra de O Temón (piedra del timón). Estas piedras serían los restos de la embarcación en la que, cuenta la leyenda, llegó la Virgen por mar.
Un imprescindible en Muxía es contemplar el atardecer desde Cabo Touriñán. Dos veces al año, en Cabo Touriñán es el lugar donde el sol se pone más tarde en toda Europa, y es por ello que se ha ganado el sobrenombre de “el cabo del último sol”.
Camariñas
Camariñas es la localidad del prestigioso encaje de bolillos, el encaixe de Camariñas, una artesanía tradicional que es realizada desde hace siglos por las “palilleiras” locales. Aquí tendrás la posibilidad de admirar la exquisitez de sus piezas, asistir al trabajo de las artesanas y ver sus manos manejando los bolillos con gran habilidad, produciendo un sonido rítmico característico de este arte.
Muy cerca de la villa, se encuentra el faro de Cabo Vilán, tan imponente como el entorno donde se halla. Desde aquí parte una pista de tierra de 18 kilómetros de longitud, perfecta para un vehículo tipo todoterreno o bicicleta de montaña, que bordea la costa por la aldea de Arou y visita enclaves tan destacados como el cementerio de los ingleses, la ensenada de Trece, el foxo do lobo y la duna rampante más alta de España (de 150 metros) en el denominado monte Blanco.
En el pueblo marinero de Camelle se encuentra la denominada Casa-Museo de Man, con una buena parte de la obra de Manfred Gnädinger, un artista alemán que vivió durante décadas en plena sintonía con la naturaleza y a pie de mar en Camelle. Conocido entre los vecinos como “Man” o “El alemán”, el artista trataba de llevar una vida lo más simple y natural posible, elaborando esculturas al aire libre cerca de la playa donde vivía y cuidando su pequeño huerto y jardín.
A Laxe
Un pueblo marinero encantador, un remanso en las agitadas aguas del Atlántico con playas de aguas tranquilas. En Laxe encontrarás, sin duda, un lugar para el descanso, pero también para visitar algunos de los lugares más misteriosos y sorprendentes del mundo.
Aquí hay una playa formada por pequeños y brillantes cristales de colores en lugar de arena. La belleza de la playa de los cristales (praia dos cristais) no se ve del todo enturbiada por la certeza de que el mar devuelve todo lo que le lanzamos indiscriminadamente, en este caso en forma de cristales pulidos por la acción de las mareas. Es importante decir que está prohibido llevarse los cristales de esta playa.
Muy cerca de la playa se encuentra la “pedra dos namorados”, lugar de encuentro para los que hayan sido tocados por la flecha de Cupido. En ella se encuentran grabados los nombres de enamorados que querían dejar testigo de su amor. Algunas inscripciones datan de principios del siglo XX, entre las que se encuentran las de Isidro Parga Pondal, ilustre geólogo e investigador originario de Laxe.
Ponteceso
La villa de Ponteceso y su entorno gozan de numerosos enclaves de interés paisajístico, cultural y etnográfico. Aquí se encuentra la casa natal de Eduardo Pondal, uno de los personajes clave del “Rexurdimento” en Galicia (el renacimiento de la cultura y de las letras gallegas durante el siglo XIX) y autor del poema “Os Pinos”, que dio origen a una parte de la letra del himno de Galicia. En numerosas calles y parques de la villa se encuentran muestras que conmemoran al hijo más ilustre de Ponteceso.
A poco más de 3 kilómetros del centro de la villa se encuentra el mirador de Monte Branco, el accidente geográfico más emblemático de esta comarca y desde el que podremos disfrutar de una espectacular vista sobre el estuario formado por el río Anllóns en su encuentro con el mar, así como las poblaciones de Laxe, Corme, Cabana y el mismo Ponteceso.
Un poco más al norte se encuentra el Puerto de Corme, otra de las típicas villas marineras de la Costa da Morte, en la que destaca, la Punta do Roncudo, un cabo que se adentra en las peligrosas aguas del océano Atlántico. Los percebes de Punta Roncudo son considerados los mejores de toda la costa gallega. Pero también es una de las zonas más peligrosas para los percebeiros y percebeiras y, por desgracia, muchos de ellos perdieron la vida en este lugar. Sobre las rocas de Punta Roncudo se han ido instalando varias cruces en memoria de estas personas.
Malpica
El puerto de Malpica de Bergantiños y sus casas que parecen colgadas sobre el mar es uno de los lugares más pintorescos de la Costa da Morte. Sin lugar a dudas es el destino perfecto para disfrutar de un buen paseo, también por las callejuelas de su parte vieja, respirar un ambiente marinero tradicional y disfrutar de la mejor gastronomía del mar.
En sus cercanías se encuentra el santuario de San Adrián do Mar, un lugar que cada año es escenario de una romería celebrada con gran devoción. Desde aquí se puede disfrutar de hermosas vistas sobre Malpica y las Illas Sisargas con su faro, situadas justo en frente, y las costas de A Coruña y Ferrol al fondo.
Muy cerca de Malpica encontramos uno de los lugares con mayor tradición alfarera de Galicia, en la localidad de Buño. Aquí se pueden adquirir piezas únicas y admirar el trabajo de los artesanos en los numerosos talleres que hacen, a su vez, de establecimientos de venta directa al público.